CRÍTICA. «Mucha muchacha está centrada en los conceptos de empoderamiento, determinación, voz, participación, libertad y cooperación. En una puesta en escena cuidadísima y muy teatral, cinco jóvenes bailarinas con formación en danza española y contemporánea, llenas de energía y vitalidad, ponen en crisis su propia formación y hacen, con humor e ironía, una declaración de intenciones en torno al movimiento, la comunidad, la feminidad y el rito».
Debiéndose revisar a conciencia el vocablo “cuidadísima”, se encuentra todo esto en el pot pourri de intenciones y formas de poner en práctica las ideas en la dramaturgia de Mucha muchacha. La obra comienza esencialmente con una de sus creaciones Volumen 1, en la que destaca una danza que emula el haka maorí. Energía, vitalidad, danza, participación, feminismo y rito, tienen cabida en esta apropiación de la ceremonia grupal que hicieron famosa los All Blacks de Nueva Zelanda.
Progresando la acción dramática, también el humor está presente en la revisión de comportamientos clichés masculino-machistas, sobre todo las canciones de verano tipo reggaeton, que resultan chocantes hasta la hilaridad ejecutados por las chicas. En gran medida, esa zona intermedia de la obra refleja las reseñables capacidades de la compañía para la comicidad.
También se muestra ingenio escénico para resolver la transición a una incomprensible escena a telón bajado -quizás por imperiosa necesidad del tramoyista- que nos sorprende con una espectacular puesta en escena de un dormitorio rodeado por veladuras. En él se desarrolla una especie de fiesta pijama, con un parlamento casi inaudible de ideas sin sentido a veces, al borde de las naderías y obviedades propias de quinceañeras, y con algún comentario cercano a la ofensa para los mayores. No obstante, el parlamento finaliza con una magnífica secuencia: la proyección de los nombres de mujeres más relevantes de todo el mundo, un homenaje que amplía el que realizaron en otras ocasiones a las Sinsombrero o mujeres creadoras y artistas de la generación del 27. La proyección sobre las veladuras, que funcionaron como cicloramas con un efecto espacial muy llamativo, se mostró como uno de los elementos teatrales más significativos y emocionantes, aunque en la lista se junten guindos con cervezas…
Las grandes obras artísticas crean y transforman el arte, lo amplían y enriquecen. El resto son intentos de entrar, por una vía u otra, en ese lugar privilegiado. ¿El tiempo coloca las cosas en su sitio? No siempre. Pero me temo que en este caso sitúe a Mucha muchacha en el cajón de proyectos pastiches. Quedarse solo en la intención y en la simbología no es suficiente para darle mayor mérito a esta obra. Y tampoco lo es su intención moralizadora -se ha hecho desde siempre, desde los autos medievales-, por mucho que se expresen con la libertad (actual) y frescura que da la juventud.
A Mucha muchacha le falta un hervor, si me permiten la expresión, para dotar de cohesión a esa yuxtaposición de ideas, que tienen en las palabras “empoderamiento” y “feminidad” su mejor trampolín. DIARIO Bahía de Cádiz
FOTO: Gerardo Sanz / FIT
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XXXVI Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz
‘Mucha muchacha’. Dirección artística y creación: Mucha Muchacha y Celso Giménez.
Coreografía: Mucha Muchacha. Intérpretes: Ana Botía, Marta Mármol, Belén Martí Lluch, Chiara Mordeglia y Marina de Remedios. Dramaturgia: La Tristura y Mucha Muchacha.
Lugar y día: Teatro de Títeres La Tía Noria de Cádiz, 21 de octubre de 2021. Asistencia: Lleno.