CRÍTICA. A veces, uno piensa que con palabras incapaces de describir lo que se vive y se siente en conciertos como el ofrecido por el trío Floristán-Barragán-Stadler en el Villamarta. Un gran concierto, sin duda -al nivel de lo esperado en tres músicos que acumulan premios, galardones y el reconocimiento de su elevado nivel como instrumentistas-, pero del que emergieron matices que le dieron color y distinción.
Los músicos se inclinaron por un programa confortable, exigente y, en cierta forma, didáctico. Confortable en la medida que se limita el territorio interpretado a épocas pre-modernistas, evitando piezas menos populares. Las obras firmadas por Mozart, Beethoven y Brahms son garantías de una audición gustosa y sin estridencias en el que los instrumentistas –y público- se sienten cómodos.
Si señalamos el matiz didáctico del concierto es porque las obras parecen elegidas para mostrar la evolución en la escritura clarinetista. Tres conceptos de trío para clarinete se mostraron con claridad, cada uno con su perfil dominante y sus propias exigencias. Después de que Johann Christoph Denner creara hacia 1700 el clarinete a partir del chalumeau, los compositores comenzaron a incorporarlo a sus plantillas instrumentales. A mediados del siglo XVIII el clarinete se había convertido ya en instrumento solista, pero era relativamente un instrumento musical poco habitual en la práctica compositiva. El clarinete en la época de Mozart era aún un instrumento relativamente nuevo con el que experimentar texturas y nuevos registros y así se entendió en las composiciones para los tríos, dominados por la combinación de cuerdas violín-cello-piano, en el que el clarinete sustituye al violín en una de las agrupaciones instrumentales para trío más exitosas. De ahí que Mozart plantee el clarinete de su Trío KV 498 como primus inter pares, sometiendo al piano y violoncelo a un rol predominante de acompañamiento. La impronta personal de Beethoven, virtuoso pianista, se nota en su Op. 11 con las intervenciones del piano al estilo concertante, aunque aún predomina en la obra la claridad en la exposición de las líneas melódicas individuales. En el Trío Opus 114 de Brahms encontramos un equilibrio total entre individualidad y grupo, y fuerza la extensión dinámica de todas las voces y los contrastes en un brillante ejemplo de trío de estilo romántico.
El clarinetista Barragán se definió en una ocasión como un músico de emociones. Pienso que Juan Pérez Floristán, Pablo Barragán y Alexey Stadler congenian en el Trío porque a la emoción compartida adicionan dulzura y sensibilidad, cualidades obligadas para acometer un concierto tan exquisito como el interpretado en Jerez. El concierto corroboró que el talento musical se expresa por sí mismo y no necesita más elogio que el caluroso aplauso como reconocimiento y el deseo de más éxitos futuros. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Floristán-Barragán-Stadler.
Intérpretes Juan Pérez Floristán (piano), Pablo Barragán (clarinete) y Alexey Stadler (violonchelo).
Programa: Tríos KV 498 de W. A. Mozart; Op. 11 de L. van Beethoven; Op. 114 de J. Brahms.
Lugar y día: Teatro Villamarta de Jeres, 31 de octubre de 2019. Aforo: Media entrada.