CRÍTICA. Cádiz es mucho más, mucho más que cohone, caraho, pisha; más que pillerío, trapicheos y holgazanería; más que acento propio, carnaval, chirigota y chistes a pelú. Lo sabemos de Cortadura para dentro, pasando el peaje de la autopista, cruzando Despeñaperros… pero más arriba están felices instalados en el tópico posiblemente malvendido desde el sur del sur como etiqueta turística indirecta para atraerlos a chiringuitos y playas una quincena (si nos han dejado sin industrias, de algo hay que comer), en el estereotipo de gaditano graciosillo y saleroso, como si aquí no conviviéramos con malages.
Y el “Cádiz es mucho más” se cuela como uno de los versos de la copla carnavalera que cierra junto a los títulos de crédito ‘Antes de la quema’, la nueva película de Fernando Colomo. Una despedida que suena casi más a disculpa que a “canto de amor” por la ciudad que acabas de descubrir: una exculpación tras retratar en 96 minutos de metraje un Cádiz casi reducido al carnaval, el chiste, la picaresca y la droga. Y claro que Cádiz es mucho, mucho más… pero ¿también es eso? No es fácil reconocerse cuando te ponen un espejo delante, un espejo ajeno.
Rodada principalmente en Cádiz (en el casco histórico y en la zona de extramuros donde se ubica el hotel que hospedó al equipo, cosas del patrocinio tangencial) y otros puntos de la provincia indeterminados de Barbate, Chiclana o Puerto Real entre finales del pasado verano y principios del otoño, este fin de semana se ha estrenado en los cines del país esta entretenida comedia (algunos golpes de risa están asegurados) de Colomo (veterano director madrileño con obras a sus espaldas como ‘Tigres de papel’, ‘La vida alegre’, ‘Bajarse al moro’, ‘Alegre, ma non troppo’, ‘El efecto mariposa’, ‘Los años bárbaros’, ‘Al sur de Granada’, ‘Isla bonita’ o ‘La tribu’), con guión del malagueño Javi Jáuregui y la producción de Beatriz de la Gándara.
La cinta, que se promociona como “narco-chirigota”, se preestrenaba en la capital gaditana el pasado lunes día 3 en los cines del Palillero con varias salas llenas (la entrada era libre, y ¡cómo gusta algo gratis en Cádiz!), gran parte del equipo artístico y de rodaje presente (rebatiendo las desconfiadas reacciones localistas al tráiler, defendiendo que la peli “no va de tópicos” y que tiene detrás “mucho trabajo de campo”), el apoyo de la Fundación Unicaja, y sin políticos ni del Ayuntamiento, ni de la Diputación ni de la Junta de Andalucía (al menos de forma pública). Aunque la obra ya se pudo ver en la sección oficial del Festival de Málaga en marzo, donde se hacía con dos biznagas de plata: el premio del público y al de mejor actriz de reparto (que recaía, ex aequo, en Maggie Civantos).
Civantos es Meme en el filme, la hermana de Salva, el protagonista (que conoce bien el inframundo del menudeo; en un papel de chica de barrio parecido, menos bajuno, al de la hija de Carmina, el personaje que dio para dos películas de Paco León). Y Salva Reina es Quique López, “gaditano, carnavalero y chirigotero” (¿y hasta youtuber…?). Un buen tío, sobre todo. Parado, con un padre que acaba de morir y una madre que sufre demencia (ahí el drama interior de ese Quique que sobrevive tomándose la vida con guasa gadita, en casi cualquier frase del guión… ¡hay tantos Quiques en Cádiz!), se ve de un día para otro con dos trabajos: uno legal, de jardinero a media jornada en la incineradora de droga más grande de Andalucía; y otro ilegal. Un traficante del Estrecho (El Tuti, Joaquín Núñez) fanático de las rayas de coca y de su chirigota, que en el presente concurso del Falla se llama curiosamente ‘Los camellos’ (un alegato contra la hipocresía de la sociedad hacia las drogas…), cuenta con él para su plan de robar esa droga antes de que quemen la mercancía incautada.
En el reparto aparecen también, entre otros, Manuela Velasco (Rosario, de la banda de los ‘malos’, liderados por Manuel Manquiña, el Gallego; que funciona para el más que previsible romance entre dos personas de mundos distantes), María Alfonsa Rosso (la madre), César Mateo, Sebastián Haro o Vicente Romero (el sevillano es de los papeles más resaltables de la obra, como inspector de Policía casi al margen de la ley, que se expresa igual que actúa).
Y a ellos se agrega el condimento carnavalero, que sazona de ingenio y espontaneidad hiperlocal la historia en diferentes secuencias: el cuartetero Javi Aguilera (de atolondrado vigilante jurado y frustrado letrista), José Luis García Cossío el ‘Selu’ y José Mari el ‘Niño de Malet’ (seguratas encargados de transportar los fardos de droga, y filósofos), José Antonio Vera Luque y parte de su grupo, y Teresa Quintero de Chirigóticas (como empática funcionaria de prisiones).
No hay que engañar a nadie, ni sentirse heridos ni desencantados en la ciudad más antigua de Occidente por su ¿reflejo? en la pantalla grande: no estamos ante un documental antropológico de Cádiz y su idiosincrasia, esto es ficción. Aunque también es verdad que, dentro de esta realidad ficcionada, hay errores puntuales que a los oriundos (y no tanto), extrañan: esa persecución en mobylette camino de ¿Algeciras?, o ese paseo idílico-turístico por la Alameda y el Campo del Sur ¿sin casco?; los protas ¿siempre tienen entradas en el Falla, sea preliminares o la final?; el acento gaditano llevado al extremo ¿no termina de sonar algo impostado y excesivo?; y si la trama se desarrolla antes y durante el concurso de agrupaciones, ¿qué hace la gente en todos los planos de calle o bares disfrazada?… en Cádiz no es carnaval todos los días, no.
Con todo, y pese a que ‘Antes de la quema’ (con la participación de RTVE, Canal Sur y Amazon Studios, y música de Fernando Furones y Antonio Carmona) quiere ser un thriller de acción con giros en el argumento sumergido en comedia romántica y de buen rollo, lo que más interesa de la película es, sencillamente, Cádiz. De hecho, se puede terminar visionando casi como cine social, donde se dibuja a trazo gordo una (pseudo)realidad gaditana, la más exportable en los madriles. Pero… Cádiz es mucho más. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway