CRÍTICA. Sorpresa quizá sea la palabra que resume y distingue la recepción de la pieza teatral Rabiosa melancolía de Marianella Morena. Una obra sorprendente, si se tiene en cuenta la forma expresiva -mezcla de diálogo y canto- para el desarrollo del relato, que se apoya en la palabra como elemento escénico. Palabra hablada y palabra cantada; palabras que en las dos formas repiten los mismos temas, como un ostinato perturbador, y que demuestran diferencias de sonoridades y también de apreciación, según que el diálogo sea musical o hablado.
El relato de la pieza teatral describe cómo “tres hermanos esperan que vuelva su madre muerta; para lograrlo deciden detener el tiempo y mantienen vivas las cuatro comidas como rituales de convivencia. El asunto está en cómo cada uno recuerda y reproduce el recuerdo del desayuno, almuerzo, merienda y cena. En estas obsesiones se instalan las verdades de cada uno”.
Para ambientar esa tensa y larga espera el diseño escénico reproduce un universo doméstico –familiar y habitual, pero atemporal-, que poco a poco se desvela como una prisión de la que no-saben-no-quieren salir los tres hermanos que lo habitan. El ambiente se hace irrespirable para los tres debido a la recurrente aparición de conflictos no resueltos entre ellos. Son conflictos propios de las obsesiones de estos tres hermanos, ya adultos; pero sobre todo, son conflictos inducidos por las reacciones de oposición al otro en las transmutaciones de cada uno de ellos -en personajes que se dibujan diferentes en sus identidades; como si hubiese duplicaciones de personalidad, aunque sin una frontera clara quiénes son como personajes-, con toda la carga dramática que conllevan los cambios en su comportamientos, incluidas las mutaciones de identidad sexual.
La dramaturga propone un diálogo en el que se constata la desintegración de realidades a través del recuerdo –aún más, del recuerdo del recuerdo- y una frontera difusa entre la realidad y la ficción que viven los personajes del relato. La presencia-ausencia de la madre, un personaje que actúa unas veces con independencia de los hijos –como un ente fantasmal no detectable por los hermanos-, otras con plena integración en el diálogo e interactuación con los hijos, es un elemento dramático eficaz para desbaratar cualquier opción de fijación entre los estados presente-pasado en los que se mueven los personajes y sus diálogos. Una constante asegura sin embargo una cierta comodidad y un sustrato condicionante de la actitud de los tres hermanos: la vivencia de un padre ausente y poco querido por los hijos. Pero es un alivio breve y pasajero porque la tónica general de conflictividad, ambigüedad de identidades y ritornelos temáticos produce inestabilidad emocional y desasosiego en el ánimo del espectador, que siente que la obra “no avanza”.
La característica singular de la propuesta musical –“un diálogo constante entre la palabra hablada y cantada”- tiene momentos especialmente brillantes en la ejecución a capella. Pero destaca en este aspecto el trabajo de la cantautora Malena Muyala, en su faceta musical. Si bien es reseñable también la actuación de Malena Muyala como actriz, el peso en ese aspecto y cierta brillantez actoral recaiga tanto en el resto del elenco, donde Lucía Trentini tiene quizás el papel más complejo. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz 2017
‘Rabiosa melancolía’
Texto y Dirección general, Marianella Morena; Dirección y Dramaturgia musical, Malena Muyala; Elenco: Malena Muyala, Mané Pérez, Lucía Trentini, Agustín Urrutia; Composición musical, Malena Muyala , salvo ‘Desayuno’ que fue compuesta por Mané Pérez y ‘Merienda’ que fue compuesta por Lucía Trentini; Iluminación, Ivana Domínguez; Escenografía, Gabriela Fagúndez; Vestuario, Magdalena Charlo.
Lugar y día: Teatro del Títere la Tía Norica, 21 de octubre de 2017. Asistencia: Lleno.