CRÍTICA. Yo tenía un Ricardo hasta que un Ricardo lo mató toma la idea del drama de la pieza de teatro Ricardo III en la que William Shakespeare trasladaba a una intensa acción dramática los múltiples crímenes que el duque de Gloucester cometió con el objetivo de hacerse con el trono de Inglaterra. La biografía de Tomás Moro, en la que se inspiró Shakespeare, describe a Ricardo como el paradigma de deformidad humana y moral. Odioso por sí mismo y por sus acciones…
La tesis de la compañía Teatro Bárbaro, autora del montaje como creación colectiva, es que una persona normal puede convertirse en un Ricardo, sobre todo cuando se cobija bajo las sombras de dos árboles que crecen juntos: pobreza y narcotráfico. La metáfora, proclamada en la segunda fase del espectáculo, enfatiza que ambos árboles echan raíces profundas, se entrelazan y forman un único cuerpo, el árbol de la maldad.
El relato de la obra muestra que la pobreza es una desgracia y una trampa para los habitantes del estado de Chihuahua; muchos de ellos buscan su sustento enrolándose en las tropas del narcotráfico, y otros tantos al lado de la ley ceden a la tentación de la corrupción. Los vecinos de Ciudad Juárez, Chihuahua y otras poblaciones del estado viven con pesadumbre y angustia, temerosos de ser objeto de una las múltiples formas en que la maldad se manifiesta: cuotas de extorsión, violaciones, secuestros, asesinatos… Además de las muertes por impago de cuotas y rescates, la guerra entre los cárteles de la droga crece, en una escalada infernal, arrojando cifras espeluznantes de más de setenta muertos diarios.
La estructura de Yo tenía un Ricardo hasta que un Ricardo lo mató es episódica, “son cuadros que van abordando el fenómeno de la violencia desde distintos ángulos y distintas miradas personales para hacer un ejercicio de memoria”. Cada cuadro es el testimonio vital del actor que escribió el monólogo y lo interpreta. En cada cuadro, la dramaturgia intercala también pasajes de la tragedia de Shakespeare reforzando el eslabón entre la ficción histórica y la cruda realidad actual. La veracidad del relato conecta emocionalmente con el público, que de forma inevitable se siente abrumado por cada historia y con los datos estadísticos que arrojan las actuaciones de los narcos en el territorio mejicano. Todo entreteje en la mente del espectador un panorama desolador.
La serie de testimonios se interrumpe en varios momentos de la narración para que los espectadores se lleven algo a la boca; de una cesta de picnic imaginaria, el espectador toma y prueba sucesivamente helado, una copa de licor Sotol, burrito y chocolate. Esas extrañas e inusuales digresiones gastronómicas tienen una intención dramática y un sentido metafórico: en la medida que la tranquilidad y alegría con que se comparte el picnic a la sombra del árbol del mal, que los actores van describiendo rama por rama, tiene su correlato con la normalidad y costumbre con que el pueblo de Chihuahua asume la actividad de las bandas del crimen en sus calles. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz 2017
‘Yo tenía un Ricardo hasta que un Ricardo lo mató’ de Teatro Bárbaro.
Elenco: Rosa Peña, Rogelio Quintana, Tania Del Castillo, Miguel Serna, Yaundé Santana, Fátima Íseck, Jessica Verdugo, Iván Mena; Dirección, Fausto Ramírez; Director de Teatro Bárbaro, Luis Bizarro; Escenografía y utilería, Héctor ‘Magnum’ García; Iluminación, Luis Navarrete; Vestuario, Monserrat Mejía.
Lugar y día: Sala Central Lechera, 24 de octubre de 2017. Asistencia: lleno.