CRÍTICA. En la vida cotidiana de una ciudad hay espacios donde nunca nos adentramos, por voluntad e interés propios. Uno de los espacios que evitamos -aún más lacerante, ignoramos- es el de los indigentes, porque no son “nuestros” espacios. Pero la indigencia ha ganado peso en nuestra sociedad; en tanto que la penetración de ese espacio, antaño alejado del núcleo ciudadano, alcanza ahora el corazón de la ciudad. Estamos acostumbrados a verlos, sin que los problemas de los indigentes nos “manchen”, sin darnos cuenta que “apenas la cantidad de una mensualidad nos separa de ellos”. Uno no se acuerda de Santa Bárbara, hasta que truena. “Sabía que eras un tirado, porque te has acercado a mí” le espeta en la escena un indigente a otro, que trajeado, con aires señoriales y manifiesto interés, se inmiscuye en la maquinación del otro indigente por encontrar refugio en un aeropuerto. Nuestra desatención nos señala y ahí nos dan…
La Zaranda despliega su particular lenguaje escénico en Ahora todo es noche centrando su mirada en el indigente y en los arrojados a ese estado por la sociedad. El lenguaje teatral de la Zaranda se basa aquí en una caracterización definida de los personajes y en el uso de escasos materiales. Poco necesitan para que cobre vida el submundo que tratan de describir. Algunas maletas, carritos de la compra, cartones y cubos de basura, más el remedo del cansino repetirse las cosas unos a otros, las tretas para sobrevivir y voilà! ya tienen situados al espectador en el drama. Claro que la exposición del tema –sensible, sensata y realista…, pero lenta hasta la exasperación-, adobada de toques de humor negro (“la risa no es un escape, sino la floración del dolor, manifiesta Paco de la Zaranda) no sería suficiente para mantener una función larga. De ahí el toque inteligente que se sacan de la chistera para convertir Ahora todo es noche en una obra de carácter…
Hay en la vida un saber ser y un saber estar. Estar y ser en el teatro se conjugan de muchas maneras, aunque la Zaranda conjuga su estar y ser en Ahora todo es noche como una autoproclamación de actores-guerreros que prefieren morir con dignidad. A media función se produce se un cambio de registro y de orientación una vez agotada la exposición-descripción del problema de los marginados y este cambio adquiere una semántica nueva desde la perspectiva de lo que sucede en la segunda parte. Para guarecerse de la lluvia, los personajes cruzan “hasta una obra” –por las alcantarillas y… lo que parecía ser una obra de un edificio en construcción como destino se muestra como el terreno propio de los actores, la obra teatral y el terreno que pisan el propio espacio escénico.
El resto es una alegoría meta-teatral. Teatro dentro del teatro, los mendigos son los mismos actores que adquieren voz propia y mensajes nuevos. Si La Zaranda afirmaba que “un actor no es nada. El que es algo es el personaje en sí”, el actor-personaje tiene a partir de ese momento personalidad y valor propios. Se sucede la defensa numantina de lo que fueron, a lo que no renuncian, y a su manera de entender el teatro y que mantendrán a toda costa. Una alegoría sobre el oficio de actor, que tiene ribetes de referencias a sus propios viajes, interiores y físicos. De ahí el recurso de las maletas, una alusión directa al traslado de la compañía desde Jerez a Madrid y que vino a la par de un cambio en el sobrenombre: Teatro Inestable de Ninguna Parte. También aporta luz metafórica a la forma “retórica” con la que uno de los indigentes propone ejercer la mendicidad, una escena memorable; como lo es la escena en que comienzan a fluir corbatas, un ataque directo contra la actitud voluble de muchos artistas, más atentos a las tendencias, modas e ismos que a la sinceridad y valor de sus propuestas. En la segunda parte las pullas y críticas son continuas, como las que lanzan contra los famosetes –dicho en otras palabras- , estrellas prefabricadas que ocupan el sitio de los actores. En el tránsito por las alcantarillas, -“es la forma más rápida de llegar a la obra”- las cloacas más hediondas corresponden a los ministerios (en otras funciones, son las consejerías) y a las de los “grandes teatros”. Más claro, agua.
No, no parece que vayan a cambiar después de cuarenta años. No van a renunciar a sus principios por la pasta, aunque tengan que vivir como clochards, mendigos o indigentes teatreros, como se vislumbra ahora. A pesar de todo, ¡La Zaranda, vive!, gritamos con ellos. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz 2017
‘Ahora todo es noche’. La Zaranda.
Dramaturgia Eusebio Calonge. Reparto: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos, Francisco Sánchez. Dirección, Paco de la Zaranda. Música, Saint Saens y Nelson Pinedo con La Sonora Matancera. Iluminación, Eusebio Calonge. Espacio escénico, Paco de la Zaranda.
Lugar y día: Gran Teatro Falla, 26 de octubre de 2017. Asistencia: aforo casi lleno.