CRÍTICA. El sueño de todo organizador es tener un inicio como el que tuvo el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz en la edición de este año. Aunque quizá extrañara desde fuera que a tan fulgurante comienzo contribuyera un espectáculo de baile flamenco: El callejón de los pecados de Eduardo Guerrero.
La decisión de incluir este género como cabecera de cartel parece dar la razón a quienes ven por estos lares al flamenco como un socorro para la programación cultural; como si el flamenco sirviera igual para un roto que para un descosido. Ya no extraña aquí poder disfrutar del flamenco en festivales de música clásica, o en otras mezclas más o menos audaces de géneros, lo que da idea de su potencial creativo y de su aceptación tanto por los amantes del cante jondo como de sus ramificaciones.
Pero en este caso, y esto es lo singular en un Festival dedicado –con exclusividad y pasión– al teatro, se mantiene la costumbre de incluir espectáculos de flamenco en su programación, casen o no casen con el espíritu del mismo.
Aceptemos este pecado, venial, de la organización de este señero Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, que ya está instalado en su trigésimo primera edición, porque como mínimo ha servido para conceder en su tierra un homenaje singular y exitoso al bailaor Eduardo Guerrero. Añadamos al FIT de Cádiz otro pecadillo de mayor enjundia: el irresistible impulso por llevar a los aficionados al teatro a otro terreno, donde la música y el ritmo sustituyen a la palabra, y la transformación demiúrgica del relato quedan supeditada al subyugante dominio de las emociones. Perdonemos estos pecadillos porque el resultado del espectáculo fue de un insuperable paseo por esos callejones “con duende, con fantasmas de antiguos bandoleros”, donde los pies de Guerrero “buscan la madera y sobrevuelan antiguas catedrales y plazas de toros olvidadas” y la música nos trae ecos de los grandes maestros, Paco de Lucía, Camarón de La Isla y Enrique Llorente.
Señalemos ya el hecho diferencial del aforo lleno en el Gran Teatro Falla en el día de estreno del FIT 2016 y de la entusiasta respuesta del público al espectáculo El callejón de los pecados. Y destaco este punto porque el mismo ya pasó por otro espacio cultural de la ciudad, Central Lechera, antes de lanzar Eduardo Guerrero el duende de su “callejón” al ruedo de bienales y auditorios de primera magnitud en el mundo del flamenco.
Poco más puedo añadir a la impresión que causó su propuesta hace ya casi dos años, que me permito reproducir en parte como particular homenaje al brillante empuje creativo de Eduardo Guerrero:
Nadie queda insensible a la riqueza técnica y tremendo impacto emocional de sus bailes, entreverados de escorzos y movimientos imposibles, que componen su personal visión del baile flamenco, investida de un barroco exquisito y explosivo que despliega con pasión y fe en su proyecto (…)
Sin embargo, el bailaor gaditano desvela su arte como un envoltorio de un producto esencialmente tradicional y clásico; con los cantes y la sonanta de siempre, la misma hondura en los sentimientos y las mismas letras sobre desvaríos pasionales por cuenta de amores. DIARIO Bahía de Cádiz Francisco Mesa
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz 2016.
‘El callejón de los pecados’ de Eduardo Guerrero.
Baile: Eduardo Guerrero; Guitarras: Javier Ibáñez, Ramón Amador; Cante: Pepe De Pura, Emilio Florido; Percusión, Israel Katumba.
Lugar y día: Gran Teatro Falla de Cádiz, 21 de octubre. Asistencia: aforo lleno.
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