CRÍTICA. La inauguración del XVI Festival de Música Española de Cádiz se convirtió en una especie de homenaje a una figura importante de la generación musical del 51, Antón García Abril, del que se repuso su obra Cantos de Ordesa compuesta en 2012 (tras la interpretación de su obra, el compositor subió al escenario para recibir el generoso aplauso del público).
García Abril tendrá siempre el orgullo y la fama de ser el creador de la sintonía de la serie El hombre y la tierra, un programa que nos hizo comprender años antes de los movimientos ecologistas que el hombre necesita la naturaleza; vivirla, amarla y cuidarla. En los episodios de la serie, conducidos por el recordado Félix Rodríguez de la Fuente, sentimos la obviedad: que la naturaleza es bella en su conjunto, a sabiendas de sus imperfecciones, irregularidades y defectos puntuales.
En Cantos de Ordesa, García Abril recupera la bucólica visión de un paisaje de belleza inmanente en continuo bullicio de nuevas formas de vida y con el agridulce desempeño por la supervivencia. “Me ha guiado esa música inquietantemente bella del silencio sobre el cual se escuchan las dulces sonoridades de los aleteos mágicos y serenos de los vuelos de las aves jugando con el viento que las conduce a espacios múltiples de belleza” afirma el compositor. García Abril aprovechó el motivo de naturaleza contemplada para componer su primera obra de concierto para viola, un instrumento poco dado a recibir la atención de los compositores. Cantos de Ordesa nos desliza por los vericuetos de una viola terrosa, sentimental y sensible, en diálogo obligado y gustoso con la orquesta, excepto en un solo virtuosístico que aportó sentido y potencia al desarrollo de la obra, sometida a la dulce delectación sin sorpresa hasta ese momento (en la propina de agradecimiento, la violista Isabel Villanueva interpretó una exquisita Nana, de Siete canciones populares de Falla, que cautivó por su sensibilidad y belleza).
Nadie mejor que Michael Thomas, del que aún se recuerda su éxito en la edición anterior con la Orquesta de Almería a su cargo, para celebrar en Cádiz un año más el encuentro con la música en mayúsculas que significa, o debe significar, el Festival de Música Española de Cádiz. Con Michael Thomas asistimos con satisfacción a esa forma de conducción a la antigua, sin batuta. Una dirección al natural con los gestos –manos y cuerpo- moldeando matices y requerimientos, donde los dedos despliegan un particular lenguaje con el que el director comunica su directiva rica en mensajes y exigencias para conseguir el mejor resultado sonoro.
La Orquesta de Córdoba tiene una sección de cuerdas poderosa, potente y flexible, pero pende de un hilo en las otras secciones por lo que la conducción se antoja fundamental, mucho más con obras como la doble suite arlesiana. Con sus poderosas cuerdas, la marcha de los reyes de la Suite nº 1 suena francamente bien en la Orquesta de Córdoba.
Sin embargo, personalmente me atrajo la profunda belleza del tercer movimiento, un adagietto que es no especialmente significativo por la hermosura de los motivos melódicos, pero que supone un ejercicio comprometido de orquesta total, y en el que Michael Thomas consiguió de la orquesta un clímax emotivo más que notable. La segunda suite arlesiana mantuvo en general el tono y buen hacer, salvando la dubitativa y endeble primera entrada a solo de las flautas que enmendó la memorable plasticidad sonora del saxo, y recompuso la impecable producción de la flauta, el oboe y el arpa en el tercer movimiento.
El apoteósico final, retomando la marcha de los reyes, confirmó las cualidades singulares de la Orquesta de Córdoba y remató exitosamente la inauguración del festival. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
XVI Festival de Música Española de Cádiz.
Orquesta de Córdoba.
Michael Thomas, dirección. Isabel Villanueva, violista. Programa: Cantos de Ordesa de Antón García Abril, Arlesiana Suite nº 1 y Suite nº 2 de Georges Bizet.
Lugar y día: Palacio de Congresos de Cádiz, 9 de noviembre de 2018. Asistencia: Tres cuartos.