CRÍTICA. Sin duda uno de los méritos de la Orquesta Filarmónica de Málaga es su capacidad técnica. No hay partitura que se le resista, si en ello pone corazón. Algo que a veces se le resiste a sus componentes, vaya uno a saber por qué; probablemente porque quienes están especialmente dotados, necesiten un estímulo adicional para demostrarlo. Precisamente, o quizá por ello, la primera parte le faltó algo de “chispa”, o se detectó renuencia a los requerimientos de la dirección orquestal. La procesión del Rocío de Turina, no obstante, contiene un reto particular para las flautas, que se mostraron esplendorosas en sus pasajes a solo –pasaje reconocible por quienes vivan la Semana Santa del Bajo Guadalquivir en una de las habituales marchas procesionales-. Sin embargo, la pieza en conjunto no deja de ser una obra decididamente menor. La procesión del Rocío es la primera obra sinfónica de catálogo con la que culmina los estudios de composición en París con el maestro Vicent d’Indy, pero con ella Turina mostró la adopción plena de retórica musical nacionalista –precisemos, que en estos tiempos es necesario: nacionalismo español-, aunque en la versión vistosa y agradable de un regionalismo andaluz, sin pretensiones.
Albéniz, consejero de Turina e inductor del retorno del músico sevillano al redil nacionalista, compuso en 1886 la Suite Española para piano, una obra bastante a distancia -temporal y de calidad- de la suite Iberia, su obra más celebrada y completa. La versión orquestal de la Suite española, preparada por Frühbeck de Burges en 1965, suma intensidad dinámica, contundencia sonora y algunas variantes tímbricas pero no especialmente dota de mayor belleza a la partitura de piano; la mano del maestro Frühbeck produce una mutación de textura difícil de comparar, aunque su propuesta no deja de ser un déjà vu sonoro. El director de la OFM Miguel Romea siguió en este concierto la costumbre de otras grandes orquestas de recortar la Suite –el arreglo de Frühbeck contiene ocho estampas, de las que desapareció la original Cuba por razones obvias en una obra “nacional”-. Además de las habituales estampas (Castilla, Granada, Sevilla, Asturias y Aragón), tuvo el detalle de incluir Cádiz para la ocasión. La orquesta se acomodó a la producción sonora predominantemente rítmica y homófona de la Suite Española, sin deslucirse. No obstante, el director exhibió pulso para que serenata en Granada resultara especialmente sensible y emotivo y que la apoteósica pieza final encajara con el clímax pretendido.
Mussorgski es también representante del nacionalismo –en este caso, de Rusia-, que promovió en el terreno musical y de forma brillante el Grupo de los Cinco. El trabajo de Ravel en la adaptación orquestal de la obra de Mussorgski Cuadros para una exhibición es un ejemplo de para los compositores. Casi medio siglo después, Ravel recupera la composición para piano de Mussorgski, una suite de diez cuadros en homenaje al pintor Viktor Hartmann; aun conservando el espíritu de la obra, Ravel dota de una impresionante riqueza textural y colorido al impactante caleidoscopio preparado por el compositor ruso. La interpretación de la Orquesta Filarmónica de Málaga resultó consecuente con la implicación de todos los instrumentistas y una dirección exigente. Mucho corazón de los músicos, muy pocas lagunas en la ejecución y la vistosidad instrumental de la obra conmovieron al público, generoso en sus aplausos al final del concierto. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
XV Festival de Música Española de Cádiz.
Orquesta Filarmónica de Málaga.
Dirección, Miguel Romea. Programa: I Joaquín Turina (1882-1949) La procesión del Rocío (1912). Isaac Albéniz (1806-1909)-Rafael Frühbeck de Burgos Suite Española (1886/1965) (Castilla, Granada, Sevilla, Asturias, Cádiz, Aragón) II Modest Mussorgski (1839-1881) Cuadros para una exhibición (1874/1922).
Lugar y día: Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María, 11 de noviembre de 2017. Asistencia: Más de tres cuartos de aforo.