CRÍTICA. “Cualquiera puede componer música”, dijo el compositor Fernando Velázquez subido en el estrado de dirección. Dicho así, uno podría convencerse de que es así de fácil, sencillo; una cuestión de voluntad…
Velázquez pueda exhibir con orgullo los premios obtenidos siguiendo sus propias ideas y formas de entender el género. Ideas que coinciden con la fórmula (de éxito) que se impone actualmente en la música de cine, que consiste en “dar con la tecla” de un tema principal, que guste y se guarde en la memoria del público, al que se añade riqueza tímbrica con apoyo de los graves ricos en armónicos que para algo están las secciones de viento. Añádanse ostinatos de sostén y enlace, réplicas melódicas, tuttis contrastantes, dosificación de reposos tensionales, remates de acuerdo con el discurso que se quiera remarcar –acción, humor o romance-, variaciones temáticas, alguna que otra sorpresa instrumental et, voilà, ya lo tenemos. Sólo queda reproducir la obra en los espléndidos y estimulantes equipos surround de las salas de cine. Si fuera tan fácil…
Pero, retomando el hilo inicial, también es cuestión de voluntad aprovechar la oportunidad para ir un poco más allá en la música de cine. En la audición del concierto recordaba al gran maestro Carmelo Bernaola, que como tantos otros grandes compositores españoles “hicieron” música de cine. Como ellos, Bernaola tuvo que soportar las críticas por dedicarse a componer música para cine -eran tiempos en los que el género se consideraba como la canción popular, de segunda categoría, un género de música al que no debía acceder un maestro que se preciara-. Carmelo Bernaola aseguraba que él se sentía satisfecho con la música de cine porque además de ganarse la vida, proporcionaba la oportunidad de experimentar con las combinaciones instrumentales y las diferentes mezclas de texturas tímbricas. No solo eso, la dedicación al género le proporcionó al compositor vasco un conocimiento sobresaliente de los recursos instrumentales que aplicó debidamente en sus composiciones “serias”. No parece que sea la intención y objetivo del joven y laureado compositor Fernando Velázquez que manejó su mejor arma para contentar al público: su música; armónica, densa, homogénea y muy bonita.
Basta con la enumeración de los temas del programa para comprender cómo se desarrolló el concierto. Se disfrutó de una matinée agradable y sin sobresaltos; un concierto generoso en el uso de los recursos -la ROSS y el coro Ziryab juntos, todo un lujo- que proporcionaron vistosidad y pompa a la música de cine tal como se vive ahora. Fueron momentos muy agradables y emocionantes, aunque resalto el canto elegíaco de Lo imposible como uno de los momentos más intensos y reseñables vividos en el auditorio. Por cierto, hubo lleno en el Gran Teatro Falla, para alegría de la organización del FMEC –el concierto previo en La Maestranza sevillana se canceló por la escasa demanda-, que suma ese tanto a la excelente recepción de este largo concierto.
Fernando Velázquez fue generoso en todo. En las explicaciones, con sus singulares puntos de vistas meta-musicales (incluido lemas para la vida como “haz algo, cualquier cosa; lo poco que pueda hacer es lo que tengo que hacer”) y en las “tapas” que añadió al menú degustación: el estreno mundial del tema principal de El secreto de Marrowbone y una propina que encendió al público, Pasión Vega cantando la canción Dormido entre rosas de Carlos Cano acompañada por la orquesta sinfónica. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
XV Festival de Música Española de Cádiz.
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Ziryab de Córdoba.
Dirección y composición, Fernando Velázquez. Programa: El orfanato (2007) La trampa del mal (2012) Lope (2010) Crimson Peak (2015) Zipi y Zape y el club de la canica (2016) Un monstruo viene a verme (2016) Zipi y Zap y el gran capitán (2016) Lo imposible (2012) Hércules (2014).
Lugar y día: Gran Teatro Falla, 12 de noviembre de 2017. Asistencia: aforo lleno.