CRÍTICA. Las conmemoraciones son buenas oportunidades para poner en valor las iniciativas que el tiempo consolida y da mayor lustre. El Festival de Música Española de Cádiz cumple quince años, ¡quién nos lo iba a decir! Aunque añoremos los primeros pasos del FMEC de mayor esplendor en las propuestas –ligado todo hay que decirlo a presupuestos más generosos-, el festival mantiene aún un pulso vigoroso -¡y que dure!- gracias a la aportación decisiva de las grandes formaciones andaluzas, entre ellas la Orquesta de Córdoba. Conmemoración por conmemoración, la Orquesta de Córdoba cumple también este año sus bodas de plata con la música y a sus 25 años de edad sigue con “un sonido interesante y redondo, potente y delicado, en todos los extremos imprescindibles en la dinámica histórica que es la música de concierto” -transcribo las palabras de Leo Brouwer, el primer director de la OC-.
El concierto conmemorativo de la Orquesta de Córdoba abrió el FMEC con mucha gloria, aunque la propuesta no animó al público como se pensaba -medio aforo lleno de un público fiel y entusiasta-, quizá por los primeros ramalazos de frio invernal que envolvió Cádiz en la inauguración del festival.
Veinticinco años después volvió a sonar la primera obra interpretada por la entonces recién formada Orquesta de Córdoba y dirigida por el mismo director-fundador. Tempus fugit. Quizá para contrarrestar la sensación de que el tiempo se nos va de las manos, las primeras piezas estuvieran marcadas por tempi exageradamente lentos. Estatismo y densidad sonora que permitieron el lucimiento de familias instrumentales predominantes, objetivo secundario del programa preparado por el director cubano, Fanfarria para el hombre corriente, Evocación de las montañas y Homenaje a García Lorca. Como curiosidad, la Fanfarria de Copland también cumplía años. 75 años antes Copland colaboró con otras fanfarrias de compositores estadounidenses para un homenaje musical a los soldados aliados de la II Guerra Mundial. Sonó rotundo y vibrante, como siempre. El Poema sonoro de Curitiba permitió también el lucimiento de las cuerdas en una versión marcadamente expresiva y gustosa, que impresiona a pesar de la repetición continua de motivos musicales.
El más que dubitativo comienzo de la trompeta en el Homenaje a García empañó la recepción inicial de esta pieza, incluida por el director para el lucimiento de los instrumentos de viento-madera en su gama más agudas. La obra, compuesta como respuesta musical a la muerte del poeta granadino, incluye un lamento al que Leo Brouwer supo sacarle jugo en su clarividente conducción, menos apreciable que en las secciones rítmicas del Homenaje.
Hubiera deseado conocer las sensaciones e impresiones de Leo Brouwer en la interpretación de una de sus potentes creaciones, Las ciudades invisibles, y en la escucha atenta de la producción sonora de los pentagramas escritos por él. Más que el placer sonoro –Las ciudades invisibles es una obra que a pesar de ser escrita en 2008 se retrotrae a estéticas y propuestas un poco más lejanas en el tiempo-, fue la visión de sus propios gestos y vivencias en la conducción de la orquesta la que me sedujo en la interpretación de sus ciudades. Todo un poema.
El Danzón nº 2 de Márquez iba destinado a producir un clímax energizante entre el público, pero el equilibro sonoro y la vivacidad sonora de una interpretación graciosa y lúcida del bailable se vieron enturbiadas por la dinámica excesiva de la clave y del güiro empeñados en destacar por encima de la orquesta. No obstante, el público reaccionó entusiasta a la propuesta de Leo Brouwer. Como también aplaudió la interpretación, más homogénea y compacta la orquesta, de Adiós Nonino, pieza que Piazzola compuso en memoria de su padre. El sonido distinguible y adictivo de Piazzola, el mismo sea cual sea pieza que se toque del compositor argentino, volvió a entusiasmar, especialmente en su primer movimiento que Brouwer preparó como una réplica orquestal del bandoneón.
De gustos y colores no hay nada escrito, dicho aplicable a la interpretación de la última pieza, las evocaciones musicales de los Beatles preparadas por Leo Brouwer para orquesta de cuerdas y guitarra eléctrica. Las Beatlerianas es una colección de obras representativas del sonido Beatles, dulce y pegadizo; como dulce fue la producción de la Orquesta de Córdoba, amalgamada y empastada -quizás hubiera venido bien un poco de más dinámica en la guitarra eléctrica-. Aunque la obra de Brouwer sonara démodé, hay que alabar y apreciar su trabajo de experto para darle coherencia orquestal a las creaciones beatlerianas. Limpia e impecable el toque rockero de Pablo Salinas en la guitarra eléctrica, que se lució en los solos. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
XV Festival de Música Española de Cádiz.
Orquesta de Córdoba.
Dirección: Leo Brouwer. Pablo Salinas, guitarra. Programa: Aaron Copland (1900 -1990) Fanfarria para el hombre corriente (1942) / Henrique de Curitba (1934- 2008) Poema Sonoro: Evocación de las Montañas (1978) / Silvestre Revueltas (1899 – 1940) Homenaje a Garcia Lorca (1936) / Leo Brouwer (1939) Las ciudades invisibles (2008) / Arturo Márquez (1950) Danzón (1993) / Astor Piazzolla (1921 – 1992) Adios Nonino / The Beatles-Brouwer Beatlerianas, para guitarra y cuerdas (1985).
Lugar y día: Palacio de Congresos de Cádiz, 9 de noviembre de 2017. Asistencia: Media entrada.