CRÍTICA. Los siete minutos de la Obertura festiva de Rodolfo Halffter sirvió para poner en situación a la audiencia, un característico aperitivo musical –colorista y alegre- antes de llegar a los platos fuertes de la velada preparados por los compositores andaluces José García Román y Manuel de Falla.
La serie De civitate –aquae, silentii, cordis, speculorum, spei, maris– del granadino José García Román, nombres de obras alusivas a interiores ciudades personales –recuerda el programa de mano–, se completó con la obra De civitate lucis, estrenada en esta sesión del Festival de Música Española de Cádiz. El auditorio atendió con fruición la escucha de esta obra, intensa y extensa, dedicada “a los que lucharon y luchan contra la oscuridad”, como revela el autor. Luces y sombras son, por tanto, los ejes centrales de la partitura y condicionan el tono general de la obra y el papel simbólico de la plantilla instrumental que se implica en cada momento.
Así, prima en el comienzo la prístina cristalidad del sonido de las cuerdas, con reminiscencias lumínicas, confrontada con la monodia elegíaca de campanas. Enseguida comienza el diálogo entre las voces de viento –trompeta, trompa, clarinete y flauta/píccolo–, ubicadas en derredor del auditorio como técnica de espacialidad para potenciar la inmersión del público en el cruce de tensiones, que contribuyeron al desarrollo de la metafórica De civitate lucis con magníficas intervenciones solistas. El resto de la obra mantiene el diálogo con un complicado manejo de texturas entrecruzadas, que dotan de fuerza singular a la lucha antagónica que se desarrolla y que concluye con un cierre-espejo de los compases iniciales.
Manuel de Falla compuso El amor brujo hace cien años, aunque la versión definitiva para concierto fue estrenada en 1916. Pastora Imperio solicitó una pieza a Falla con la cual exhibir sus capacidades como bailarina y cantante, y pensando en ella, el dramaturgo Gregorio Martínez Sierra propuso a Falla una historia inspirada en leyendas gitanas, que puso en partitura para ballet con un formato técnico y estilístico muy depurado, de inspiración en la música tradicional, pero sin apoderarse de los materiales folclóricos de raíces gitanas.
La versión ofrecida por la Orquesta de Granada es la de 1916, incluyendo la parte vocal. Una vez más, se pudo comprobar la dificultad de dar con el punto de equilibrio en la interpretación del papel de Candela, la joven y preciosa gitana, cuyos amores pugnan entre el recuerdo de su antiguo y malvado amante –cuyo espectro se le aparece–, y el apasionado nuevo amor que le ofrece Carmelo, el galán perfecto. En la pieza de Falla, la cantante debe afrontar retos importantes en cada elemento que conforman su papel: la dramaturgia del recitado, la interpretación de las partes vocales y la dicción con acento andaluz del texto, tal como se diseñó por el libretista; en la ponderación de la interpretación de Magdalena Llama, prima la alta valoración de la convincente teatralización que hizo del personaje, desdibujando su trabajo el tipo de voz de la mezzosoprano, más adecuado para otros papeles.
No obstante, hay que valorar la compacidad y empaste sonoro de la interpretación de la obra, favorecida por la conducción sin tacha de Arturo Tamayo, al que debemos agradecer también la magnífica combinación de su propuesta musical para esta brillante jornada del Festival.
FICHA DEL CONCIERTO:
XIII Festival de Música Española de Cádiz.
Orquesta Ciudad de Granada. Arturo Tamayo, director. Magdalena Llamas, mezzosoprano. Programa: Rodolfo Halffter (1900-1987) Obertura festiva, op. 21 (1953). José García Román (1945) De civitates lucis –estreno absoluto- Manuel de Falla (1876-1946) El amor brujo (1915).
Lugar y día: Gran Teatro Falla de Cádiz, 21 de noviembre de 2015. Asistencia: más de tres cuartos de entrada.
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