CRÍTICA. Matarile Teatro inauguró la tanda fuerte de la edición décimo octava de Cádiz en Danza, con un dúo con potencia más que notable para atraer al espectador, Mónica García y Ana Vallés.
Fundadora de la compañía y actriz, Ana Vallés destaca en la actualidad como finalista a la Mejor Dirección de Escena en la última edición de los Premios Max de Artes Escénicas, con el espectáculo Circo de Pulgas, en el que participa también la coreógrafa y bailarina asturiana, Mónica García. El galardón del Premio Max es un espaldarazo más a la larga y exitosa carrera artística de Ana Vallés; también de Baltasar Patiño, cofundador de la compañía y responsable en el espectáculo de la luminotecnia, sonido y efectos especiales.
Como declara Ana Vallés -“Matarile, hacemos teatro, no otra cosa”-, se evidencia en la representación de Los limones, la nieve y todo lo demás que la obra deriva de un concepto ecléctico de la dramaturgia, en el que se fusiona texto, danza, imagen y sonido de forma elocuente y brillante, con independencia de la valoración que nos merece su estructura formal.
Dominada por la exposición de un raposo disecado en un lateral formado por una hilera de banquetas altas, se inicia la acción con un warming-up discotequero (Eurythmics a tope) que une y enfrenta los cuerpos de las bailarinas. La amenaza fría y potencial de las fauces abiertas del raposo matiza y contrasta la alegría efervescente del dúo, a la vez que la melodía de “Sweet dreams”, se dispone como primer elemento del patchworck discursivo, que se apoya en un espectáculo evocativo de las fantasías oníricas de las personas y de la cruda realidad de la naturaleza. A partir de la primera inyección de ánimo, las escenas se suceden con elaboraciones diferentes en temas y emociones, alternándose cada uno de los cuatro elementos plástico-artísticos en el dominio de los planos de atención del espectador.
Previamente, nos advierten de que la obra se dirige al individuo y propone una reflexión sobre “la tentación de dejarlo todo y largarnos corriendo a otro lugar. El deseo persistente de atravesar la fantasía y los hechos reales de nuestros personajes inventados”. Poco a poco, el espectador se da cuenta de que la dramaturgia enlaza además con un propósito añadido de sensibilización y concienciación sobre el zorro -mensaje directo sobre la matanza consentida en Galicia de este animal- pero que en esencia todo el espectáculo es una alegoría sobre la salvaguarda de nosotros mismos, una llamada al primitivismo liberador de la naturaleza, en cuyo renovado ciclo coexisten la protectora suciedad terrenal con la belleza y la crudeza del terrible invierno bajo la nieve.
No obstante, la chocante discontinuidad escénica, los cambios de dirección narrativa y la debilidad de captación de las referencias al mensaje producirían un colapso en la comunicación discursiva sin el apoyo explícito de las intervenciones dancísticas. La danza colabora en la narración con fases contrastantes en las que el espectador admira por ejemplo el equilibro de tensiones, internas y físicas, de dos cuerpos que se buscan continuamente y se tocan o entrelazan entre sí, o disfruta de la variedad de sensaciones de las danzas a solo, en su mayor parte interpretadas por Mónica García, que impactan en el espectador.
La sensualidad del baile de Mónica con su cuerpo embadurnado con pintura amarilla o el emocionante abandono desfallecida sobre una banqueta tras un metafórico viaje sobre un camino de banquetas, o la imitación de Ana Vallés del gesto amenazante del raposo son solo unos trazos significativos de un espectáculo llamativo y, de vez en cuanto, impresionante. Los efectos especiales como la explosión de la bolsa de estrellas, o la reproducción efectista de una gran nevada son elementos secundarios para el desarrollo del espectáculo, pero sin duda agradecidos por el espectador. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XVIII Festival Cádiz en Danza
‘Los limones, la nieve y todo lo demás’
Matarile Teatro. Mónica García y Ana Vallés, creación e interpretación. Baltasar Patiño, escenografía, iluminación y sonido
Lugar y día: Sala Central Lechera, 8 de mayo. Asistencia: casi lleno.