CRÍTICA. El espectáculo Volitant de Góbi Dance llegó a Cádiz precedido de una relación de referencias notables y significativas sobre la obra. El premio Rudolf Lábán en 2017 al mejor espectáculo de danza contemporánea y los primeros premios en el Festival de Novi Sad y en el Festival de los Sentidos de Valencia solo vienen a corroborar la oportunidad y buen criterio de Aerowaves por incluir la obra en el circuito europeo 2018 de Dance across Europe y no menos el del festival Cádiz en Danza por incluirlo en su programa.
El vocablo latino volitant significa “que tiene el poder de volar”. El título homónimo de la performance apunta en principio hacia una danza programática que tiene su correlato en la ejecución. Por eso, el solo de Rita Góbi aporta fases nítidamente conectadas con la imitación de las aves en sus gestos y en su actitud. Son solo fases aisladas, aunque parecen momentos-ancla con la intención de replantear la atención del espectador hacia el vuelo como metáfora. En las notas de mano, Rita Góbi presenta la obra como un camino metamórfico entre dos estadios: “no estar ya aquí” y “no estar allí todavía”. De manera implícita es así; porque todo vuelo significa una transición, un cambio y un no estar. No obstante, más que el mensaje fuerza de transformación, me interesa el espectáculo como proceso, o el punto de inestabilidad emocional que provoca la puesta en escena; una inestabilidad controlada que trata de forzar en el ánimo del espectador la compañía Góbi Dance con la acumulación de elementos simbólicos, argumentativos y estéticos.
De principio, en el negro suelo se acota el espacio de la bailarina con un trazado triangular, alusivo a la formación típica de las aves en vuelo. Es un triángulo de seguridad, pero también limitador, porque, como en un vuelo, resulta imposible de modificar o transformar. La sombra de la bailarina se proyecta sobre la punta de ese triángulo, manejando el suelo como espacio virtual de trabajo.
La propuesta transformativa recurre al contraste de las imágenes figurativas, como la imitación del vuelo e incluso del movimiento de la cola en las aves, con un trabajo con el cuerpo, especialmente las manos, de carácter minimalista. Especialmente esta segunda propuesta recuerda el mensaje gestual de la danza en la India; subraya con ello una idea de fondo, el cambio sin ruptura, puesto que en la modernidad del planteamiento global del espectáculo se encuentren trazas de la tradición dancística o teatral. Un ejemplo claro de conexión no disruptiva con la tradición son los planos de proyección sobre pantalla, que imita o reproduce el teatro de sombras chinescas, como en la ilustrativa secuencia final.
El eficaz trabajo de iluminación resalta el valor de esta producción de Góbi Dance, compañía húngara creada por Rita Góbi. La iluminación resulta, además de eficaz, llamativa en los cambios de puntos de referencia visual para el espectador. Suelo, cuerpo y cielo se alternan en la narración como los tres espacios -virtual, físico y metafórico- de ese viaje transformativo.
Pocas veces la luz y sonido están tan interconectados con un espectáculo como en Volitant, ofreciendo a la vez un discurso propio y complementario. Las notas al programa indica que Dávid Szegö compuso la música utilizando el código Morse y los sonidos de la naturaleza; no obstante, además de la base rítmica quintaesenciada que conduce la acción teatral de la bailarina serbia, la composición acústico-electrónica ofrece un atractivo resultado sonoro como mezcla de series autogenerativas y música minimalista. La creación musical conecta de esa forma en la obra con una lectura de la metamorfosis como acumulación de pequeños cambios junto a la reproducción de muestras. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
XVIII Festival Cádiz en Danza
‘Volitant’
Góbi Dance de Hungría
Rita Góbi, creación e interpretación. Dávid Szegö, música. Pavla Beranová, iluminación
Lugar y día: Sala Central Lechera de Cádiz, 12 de junio