CRÍTICA. Persona del coreógrafo Daniel Hernández ahonda en sus experiencias personales como bailarín. Una mirada hacia sí mismo, hacia su proceso de formación como profesional –en cierta forma, también como persona- que muestra sin pasión ni compasión, la dureza de una etapa de su vida. Una mirada con final, si no feliz, al menos esperanzador: siempre hay un mañana.
Hernández divide la coreografía en tres partes: La huida, La espiral y El abismo. “Persona es la Huida de un lugar que te aproxima a la Espiral y, que tras escapar, te sitúa en el Abismo”, reza la tarjeta postal que entregan a los espectadores ―por cierto, se agradece la atención a los detalles del artista; incluida su charla con el público tras la representación―.
También incluye la tarjeta un poema de Pessoa, que proporciona claves significativas por dónde caminan las inquietudes del coreógrafo en el momento de crear Persona:
De todo, quedaron tres cosas:
la certeza de que estaba siempre comenzando,
la certeza de que había que seguir
y la certeza de que sería interrumpido antes de terminar.
Hacer de la interrupción un camino nuevo,
hacer de la caída, un paso de danza,
del miedo, una escalera,
del sueño, un puente,
de la búsqueda
…un encuentro.
En conjunto, Persona es una expresión del tránsito en esas tres etapas desde la incomodidad y frustración de las limitaciones de la Danza Española como registro único y encorsetado en su etapa formativa como bailarín, hasta alcanzar un estado de libertad y gracia de poder ser. Son tres partes que tienen su correspondiente referente en las lecturas de Miguel Unamuno, Milan Kundera y Friedrich Nietsche. De Unamuno, recoge su sentencia “se viaja no para buscar el destino, sino para huir de donde se parte”. Daniel Hernández revive con cierta amargura la experiencia, negativa y frustrante, de su formación en la especialidad de Danza Española, en la que no se encontraba nada a gusto, a pesar de hallar en ella un camino profesional. De ahí que se plantease la forma de escapar de esa zona de confort, “que es también de cobardía”, según recuerda.
En la coreografía de La huida reubica sentimientos y sensaciones en la figura del torero y en el flamenco como arte. La danza es en este número intencionadamente antipática y ruda, y si no fuese por la sobresaliente carga simbólica que contiene, podría decirse que es una danza incompatible con las capacidades reales del bailarín. Salvando el reduccionismo de la simplificación danza española=flamenco, y la simplicidad de la analogía taurina como expresión de su propio rechazo a un modo de danza incompatible con él, Daniel Hernández activa otros mecanismos asociativos para destacar su insatisfacción personal, como la estrechez del traje de un matador de toros, que trae a la memoria sus propios encorsetamientos como bailarín. Daniel Hernández produce a conciencia una fase de danza desangelada, con apuntes de movimientos sin desarrollo y zapateados arrítmicos, por eso el final de La huida se recibe con alivio.
A partir de ahí, hay una secuencia lógica en el desarrollo de la narración hacia el esplendor de la danza libre de normas y etiquetas. En esa nueva forma de expresarse y sentir la danza, confiesa Hernández que tanto la concepción filosófica del eterno retorno de Nietsche y la idea de Kundera sobre el abismo ―la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce y despierta en nosotros el deseo de caer― activó sus propios mecanismos de liberación, que tuvo en la propia creación de Persona un resultado claro y esperanzador. Tras La huida, la transición elaborada con La espiral y el apoteósico número El abismo se perciben con alivio empático con el bailarín, que demuestra en ellos sus verdaderas inquietudes y capacidades. DIARIO Bahía de Cádiz Francisco Mesa
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Internacional de Danza Contemporánea Cádiz en Danza.
‘Persona’. Compañía Spin Off Danza. Dirección, creación e interpretación: Daniel Hernández. Música: lapsus (Luis Guevara), Erik Rydvall, Juan A. Gómez. Voces: Manuel de la Curra y Rocío Soto. Videoarte y fotografía: Gastón Gabriel. Concepto espacial y diseño de vestuario: Mónica Teijeiro. Iluminación: David Rosell y Daniel Hernández. Vestuario: Emilio Morales, Irene da Costa y Elena de Paz. Calzado: Begoña Cervera.
Lugar y día: Sala Central Lechera de Cádiz, 9 de junio de 2015. Asistencia: tres cuartos de entrada.