CRÍTICA. He tardado muchos años, tantos como el tiempo transcurrido desde la aparición del karaoke en nuestra vida social, que los japoneses inventaron juntando dos palabras: “Kara”, que viene de “karappo” y que significa vacío; y “Oke”, apócope de “okesutura” que significa orquesta. Así pues, karaoke significa “orquesta vacía” y originariamente se creó para cantar “al volumen de cada corazón” y relajarse.
Así pues, puede parecer redundante el título Karaoke (vacío de orquesta) una de los ochos coreografías preparadas por Cielo rasO, una compañía de Danza Contemporánea, lugar común y punto de encuentro entre dos compañías Teatro de Açúcar (Brasil) y Cía. Igor Calonge (España). No obstante, el titulo indica que se pretende alejar al espectador del aspecto lúdico del karaoke y centrar la mirada en el concepto espacio.
Quizá sea exagerado, pero el karaoke como punto de encuentro puede percibirse como un no-lugar, como definen los antropólogos a los sitios de confluencia de personas en tránsito, y en donde prima el anonimato de las personas y las relaciones fugaces que se conforman entre ellas. Los no lugares convierten a las personas en meros elementos de puzles asociativos que se forman y deshacen al azar, de ahí que representan la condición humana de forma simbólica. En ese sentido, la coreografía lo define de forma explícita como un lugar “sin baile, donde se es público y artista, donde uno queda expuesto a los ojos de otro, donde el aplauso, la caricia, gustar, ser querido, hacerlo bien; nos deja desnudos y nuestra esencia aflora”.
Al enfoque disimétrico del karaoke ―la música en segundo término―, la coreografía aporta un nuevo elemento tensional: dos hombres comparten el mismo espacio con una sola mujer La pausada puesta en escena se inicia con uno de los chicos al micrófono, aunque por el mismo lugar pasarán los tres ―las voces masculinas ganándole la partida a la chica―. Son breves momentos de exposición pública “cantando al volumen de su corazón”. El núcleo de la coreografía, se desarrolla en ese no-lugar donde serán inevitables las interrelaciones entre ellos, con los conflictos entre ellos y aceptaciones mutuas, también inevitables. Llama la atención el uso de máscaras en esa primera parte de la coreografía; no se comprende muy bien a qué vienen, probablemente solo sean alusiones a que toda persona se oculta a los demás con el anonimato, pero las composiciones de baile, especialmente las de pareja, son de una belleza plástica notable (hay que recordar el propósito declarado de Cielo rasO de ofrecer poesía visual en sus obras).
El desarrollo de la coreografía tiene un extraño, pero firme, ritmo interior, donde los silencios tienen tanta importancia como los episodios musicales. Un ritmo forjado con la lentitud en que practican su performance y la relativa escasez de números de elevado dinamismo. Karaoke (vacío de orquesta) es una obra que se expresa con una enorme intensidad y variedad de sensaciones en sus composiciones, no exentas de sensualidad en muchas fases. Los tres bailarines combinan sobre todo flexibilidad y fuerza, si bien el rol más dinámico se reserva a la mujer, a quien se reserva también la exhibición más deslumbrante como sucede en la fase final, apoteósico fin de fiesta incluido. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Internacional de Danza Contemporánea Cádiz en Danza.
‘Karaoke (vacío de orquesta)’ de Cielo rasO. Dirección: Igor Calonge. Intérpretes: Dácil González, Beñat Urretabizkaia, Igor Calonge. Ayudante de dirección, fotografía: Gabriel F. Diseño de Iluminación: Pedro Fresneda y Raquel Hernandez. Iluminador en gira: Sergio García.
Lugar y día: Sala Central Lechera de Cádiz, 10 de junio de 2015. Asistencia: tres cuartos de aforo.