CRÍTICA. Piedra Pàtria se enmarca en la tradición de relatos sobre la emigración y la identidad. Sin llegar al síndrome de Ulises, quien abandona temporalmente su tierra sufre algún trastorno, quizás inadvertido. En la mayoría de los casos, se traduce en el término que consolidaron los gallegos: morriña, la añoranza de la tierra o, al menos, el sentimiento de ligazón con la familia o sus raíces, en trance de extinguirse si perdura en el tiempo.
Es un documental reflexivo, en gran medida autobiográfico, sobre la identidad. Menorca es el ámbito geográfico de esa reflexión, en la vertiente de naturaleza primigenia y virgen, junto con Ciudadela, como urbe y exponente de las tradiciones populares, más el campo como origen y anclaje familiar. Una unidad con tres elementos diferenciados, engarzados en imágenes con grabaciones actuales y las extraídas del archivo familiar, sostenida por un relato a modo de carta del cineasta a su hermano.
Como isla, Menorca se refleja casi inmutable, cuarteada en estratos geomorfológicos definidos por colores identitarios: negro, rojo, gris y blanco. El cineasta se apoya en secuencias en el exterior con planos dominados por líneas horizontales, destinados a generar un sentido de estatismo inmanente y perdurabilidad de la tierra, y por el color que rige una visión clasificatoria de la las piedras, y con ellas su origen, personalidad y, en cierta forma, las emociones asociadas a determinados lugares.
Ciudadela es el epónimo de una cultura que pervive en el tiempo y que se expresa con las tradiciones populares visionadas con la emoción de la proximidad proporcionada por la narración en primera persona y asociada al entorno familiar del cineasta, pero también con el cliché de la frivolidad en la que se desliza el visionado con el enfoque turístico de las celebraciones y un cierto toque elitista de los participantes.
Finalmente, el campo, las faenas de la labranza, la tradición de levantar la casa al lado de donde se extraen las rocas, ahonda en el acercamiento a la familia, a su propia historia y a sus costumbres, con el sentimiento de orgullo y homenaje con el que se disfruta determinados pasajes -no tanto, la horripilante secuencia de la matanza de un cochino, a pesar de anularse la parte más sangrienta y cruel-.
El cineasta interpela en todo momento a su hermano Lau a quien marca como falso protagonista porque, al destacar todo lo que ata y vive su hermano en relación con la tierra y sus tradiciones, se refleja a sí mismo como en un espejo. En el fondo, gira la cámara hacia sí mismo para exponer en tono poético –la película ofrece una belleza plástica impresionante, y también el texto en el contexto del relato-, los motivos personales de su alejamiento, de la añoranza de la patria y su irrevocable decisión de no regresar, todo lo que a fin de cuentas le interesa confesar al autor. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DE LA PROYECCIÓN
Alcances 2021. Festival de Cine Documental de Cádiz
Sección Oficial
‘Pedra pàtria’ (España, 2021, 76 min.) Macià Florit Campins, guion, montaje y dirección. Macià Florit Campins y Taxio Ardanat, fotografía. Raimon Fransoy, sonido.
Lugar y día: Teatro de la Tía Norica de Cádiz, 26 de setiembre de 2021.