CRÍTICA. El desarrollo de la narración de Todas las mujeres que coñezo se divide en tres partes diferenciadas. En la primera, cuatro mujeres comparten confidencias en medio de la calle y narran anécdotas personales en relación con las amenazas recibidas, reales o potenciales, de agresión sexual. Son experiencias vividas en carne propia y en absoluto compartidas con progenitores, en una época en que el sexo era casi tabú y al hombre se le permitía en exclusividad “satisfacer sus necesidades”.
De la narración surgen conceptos como los círculos de protección, y las ocurrencias en situaciones de amenaza para superar el miedo o prevenirse de los potenciales agresores. La fluidez narrativa, la naturalidad ante la cámara y el recorrido por las anécdotas y por la expresión de sus miedos personales son dominantes en esta etapa narrativa. El movimiento y los diferentes enfoques de la cámara evitan la sensación de cámara fija, pero dejando siempre al espectador enfrente y fuera de la acción, tanto en esta fase como en las posteriores de la película.
En la segunda parte, la narración se orienta a la toma de conciencia de un grupo de mujeres. Deben prepararse para la acción, y establecer una acción conjunta de carácter preventivo, alertando de nuevo sobre el miedo como un sistema de control atribuido axiomáticamente a poderes ocultos que manejan los medios de comunicación. Argumentan la tesis de “cuán masculinizada y violenta sigue siendo la calle hoy en día”.
Las intervenciones de las mujeres parecen convenidas y un tanto forzadas; el lenguaje exhibido por ellas muestra una asimilación por las intervinientes de determinados conceptos sociales y políticos y también una habilidad expresiva de alto nivel, fuera del alcance de muchas personas.
En la tercera, la cámara se traslada al interior de una clase donde las mismas ideas se mimetizan en chicos y chicas del centro educativo, que las expresan a su modo. Aunque siempre los mismos, todo hay que decirlo; gran parte de la clase escucha y asiente, si bien enmudece. El didactismo de las intervenciones proclama la culminación de un programa establecido de concienciación. Terminado el relato, la lección parece aprendida y el mensaje claramente definido, pero en el corrillo final post-clase un chico advierte sobre la falta de sinceridad de sus compañeros. ¿El gozo en un pozo?
Además de por ser un relato de actualidad por los casos conocidos de agresiones sexuales, que se repiten desgraciadamente sin solución de continuidad, resalta la excelente fotografía en blanco y negro del filme, con un equilibrio singular en la aplicación de luces en los distintos ambientes en que se desarrolla la acción. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DE LA PROYECCIÓN:
Alcances 2018. Festival de Cine Documental de Cádiz
Sección Oficial (largometraje)
‘Todas las mujeres que coñezo’
Dirección: Xiana do Teixeiro / Producción: WalkieTalkie Films / Guión: Xiana do Teixeiro / Pais: España / Año: 2018 / Duración: 71 min. / Fotografía: Belén Mendaña, Noemí Chantada y Xiana do Teixeiro / Montaje: Xiana do Teixeiro