CRÍTICA. La acogida que el documental de Sara Gallardo tuvo la noche del jueves fue un claro reflejo de la importancia, aún a día de hoy, de su temática. Tal fue la asistencia, que el documental tuvo que reproducirse, simultáneamente, en dos salas por problemas de aforo, para conseguir que todos pudiéramos disfrutar de esta llamada (o más bien grito) a la reflexión sobre el progreso histórico de las mujeres en la universidad.
El trabajo que nos presentó su directora es un documento bien planteado y que muestra una adecuada estructura y claridad de ideas, con objetivo principal que consigue con creces: remover conciencias e impulsar que se sigan apoyando los avances en los derechos de la mujer.
En su arranque se muestra, con un acertado y hermoso efecto visual de juegos de sombras (al más puro estilo de los teatros japoneses) las dificultades de las mujeres españolas para acceder a una educación superior entre los años 1872 y 1910, en los que el permiso del rey fue siempre un requisito indispensable. Siguiendo un orden cronológico, se nos presentan a una serie de mujeres gaditanas que, por su edad, comparten el no haber podido estudiar una carrera universitaria en los años sesenta. Ellas nos relatan, con gran naturalidad y sencillez, sus experiencias como estudiantes en colegios de monjas o en las casas de profesores que, voluntariamente, les daban la formación científica que entendían que cualquier niña “debería” tener (sumar, restar, multiplicar y dividir).
Al avanzar la narración, nos encontramos con otras de sus grandes protagonistas: las cientos de científicas mundialmente reconocidas (Ada Lovelace, Hipatia, Marie Curie,…). Con un recurso frecuentemente empleado en este tipo de documentales (pero no por ello menos efectivo), oímos sus historias a través de las voces de las mujeres gaditanas, lo que añade fuerza a la narración (mención especial al retrato demoledor de la vida de Mileva Maric, muy bien transmitida en la voz en off de la narradora). Pero aquellas que no precisaban tomar prestadas voces para hacérselas oír son las actuales investigadoras de la Universidad de Cádiz. Sara Gallardo recorre, para concluir el documental, los pasillos de la Facultad de Medicina, del CSIC, el departamento de Química Analítica y el de Ingeniería Informática de la UCA oyendo las experiencias de estas mujeres que trabajan en algo que las apasiona.
Es un documental que ciertamente podría haberse completado aún más (se echa en falta la visión de los alumnos, de las personas de a pie, más datos históricos o sociales, etc.), pero puede y debe considerarse de obligado visionado sobre todo en el ámbito educativo. La claridad de su objetivo hace que salgamos de la sala entendiendo cómo las mujeres han luchado para alcanzar derechos en educación, y cómo siguen luchando para que la sociedad rompa los prejuicios que las alejan del mundo de la ciencia, relegándolas a las artes y la literatura como las opciones más “lógicas”. Esos prejuicios que, por cierto, también han sufrido y sufren los hombres, pero a la inversa. Lo que crea barreras imaginarias que la educación en valores, de la que este documental participa, puede, de una vez por todas, conseguir derribar. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DE LA PROYECCIÓN:
Alcances 2018. Festival de Cine Documental de Cádiz
Sección: Cádiz Produce
‘Ciencia con nombre de mujer’
Dirección: Sara Gallardo / Producción: Relatoras Producciones / Guión: Virginia Salas Arrogante / Pais: España / Año: 2018 / Duración: 43 min. / Fotografía: Sara Gallardo / Montaje: Sara Gallardo / Sonido: Jesús González García