CRÍTICA. El desarrollo tecnológico permitió que a partir de los 70 se popularizara el súper 8 y las cámaras de grabación en celuloide a costes razonables. De ahí que muchas familias dispongan ahora de fuentes documentales que nutren a reportajes como el que da sustento a esta película. Sin esos pequeños rollos de celuloide, Ainhoa yo no soy esa sería otra cosa. Después llegaron los vídeos y con ellos fue y sigue siendo más fácil guardar para la posteridad el recuerdo completo de un momento, de un suceso, de una historia. Lógicamente, un relato físico basado en estos materiales condiciona la calidad de la imagen, pero no influye en el espectador, porque la narración le atrae y le atrapa. Es la historia y su forma de narrarla lo que importa
Al principio las cámaras de súper 8 solo permitían grabaciones mudas, por lo que para integrarlas en un discurso fílmico se precisa la ayuda externa de un texto, en este caso de la voz, que en formato off abunda en la narración. Pero siempre han existido los diarios para documentar los procesos y reflejar en ellos los datos íntimos y los secretos que pertenecen a la biografía historia personal de quienes mantienen esa forma de comunicación literaria. Ainhoa, personaje central de esta película, también escribía notas en su diario. “Ainhoa comenzó a escribir lo que no quiso contarle a nadie. Los diarios de vida que conservó hasta su muerte, describen a una mujer distinta a la que conocieron sus familiares y amigas/os. Diarios íntimos que develan una infinidad de temáticas relacionadas con la experiencia femenina y sobre los que han escrito otras mujeres a lo largo de la historia”.
El diario de Ainhoa, completa la descripción externa de una Ainhoa infantil y adolescente, que nos llega con los rollos de celuloide generados por la afición extrema de su padre por registrar todos los acontecimientos familiares posibles. (Esa afición se traslada también a uno de sus hijos, que permite el registro de una secuencia impactante al final de la película).
A pesar de todos los valores positivos apreciados en el filme, en el que el diario de Ainhoa se desvela esencial, nos parece excesiva la afirmación de promoción: “Ainhoa, yo no soy esa es también una crónica alternativa a la historia oficial de la España de los noventa, contada a través de los diarios de vida de una mujer”.
Ainhoa, yo no soy esa es una película compleja por cuanto se desarrolla con varias líneas narrativas –alguna de ellas muy forzada y diría que prescindible- si bien confluyen en el tema central. Es una confluencia que se intuye por lógica (la conexión temática llega a posteriori). Una de las líneas narrativas recupera la tradición literaria de los diarios en algunos escritores y artistas. Los escritos de Frida Kahlo, Sylvia Piaff, Alejandra Pizarnik, … que afloran en el documental son enriquecedores y retóricos para complementar la narración que se ocupa de ir desvelando poco a poco las claves de un hecho trágico: el suicidio Ainhoa.
El testimonio de su hermano resulta esencial en la obra y eleva un grado la recepción de este documental. Su participación aporta sensibilidad, emotividad y una frase clave: Uno muere cuando se le va un familiar muy querido y nace otra vez en el mismo momento, pero ya no es el mismo. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DE LA PROYECCIÓN:
Alcances 2018. Festival de Cine Documental de Cádiz
Sección Oficial (largometraje)
‘Ainhoa, yo no soy esa’
Dirección: Carolina Astudillo Muñoz / Producción: Carolina Astudillo Muñoz / Belén Sánchez / Guión: Carolina Astudillo Muñoz Productora: Carolina Astudillo Muñoz / Belén Sánchez Montaje: Ana Pfaff / País: España-Chile / Año: 2018 / Duración: 100 min. / Montaje: Ana Pfaff