CRÍTICA. La película Ad ventum requiere fases de profundización para ir asimilando la riqueza documental, no evidentes a primera vista. El foco central de la narración es la vida en un pueblo portugués de la Sierra de Brejeira, en fase de despoblación absoluta pero con un poder de atracción inmenso para quienes encuentran en el aislamiento del pueblo en medio de la naturaleza, un equivalente al paraíso terrenal. Dicho sea de paso, un lugar equivalente a otros muchos del mundo rural de Portugal -también de España-, con escasos recursos propios y que se mantienen unidos con un débil cordón umbilical con el resto del país cada vez más urbano y cosmopolita.
La autora revisa dos tipos de soledades en estas zonas: la soledad obligada, como en el caso de algunos paisanos incapaces de poder escapar a ella; y la soledad elegida, la de los extranjeros que deciden motu propio establecerse en esa zona de forma permanente. Francilia, una mujer a la que le gustaría irse pero no tiene recursos para abandonar la zona y José, el dueño de un bar que tiene que cerrar después de muchos años de actividad, son los representantes de la soledad obligada, El holandés Wynand, dueño de un hotel rural, y el alemán Michel son los representantes de la soledad elegida.
Dos tipos de soledades que interactúan, pero que son inmiscibles en tanto representan también diferentes estratos sociales. La soledad obligada de los lugareños está relacionada con la pobreza o escasez económica; mientras que la soledad elegida cursa paralela a un stánding económico más elevado. La simple visión de las viviendas de uno y otro lado nos muestra con claridad esa estratificación. De ahí una lectura de la narrativa de mayor alcance: mientras la soledad elegida se resuelve con el retorno a su origen o el desplazamiento a otras soledades más apetecibles, la salida natural de los sometidos es la simple resignación, el huerto como refugio o, en algunos caso el suicidio, un remedio natural y simple que no precisa más que la decisión para tomarlo. La cineasta aporta el dato de que la Sierra de Brejeira destaca por el mayor índice de suicidios de Portugal.
El hilo conductor del documental, que va alternando modelos de ambas soledades, es el corcho. El espectador asiste a las escenas repetidas de la saca del corcho, principal medio de subsistencia de los habitantes de la sierra. El aislamiento como propiedad característica del corcho es una metáfora también de la sicología del lugar y del aislamiento social de los lugareños. Pero las imágenes de la extracción del corcho ofrecen adicionalmente la lectura de la dureza de la naturaleza para quienes viven de ella, con una dificultad extrema en el acceso al área de trabajo, y con el añadido del trabajo penoso necesario para subir a los árboles y manejar la carga. No todo es negativo, la autora matiza que con el corcho las personas del lugar “se sienten abrigados aunque estén aislados y no puedan llevar una vida con los elementos modernos de confort que damos por hecho en las sociedades actuales”.
La cineasta aporta como idea del título que el viento es también una forma de transición, porque el aire cambia de un estado estable a otro en movimiento. “También es una manera de viajar y un sinónimo de locura, lo que le da connotaciones poéticas”. De ahí que tenga sentido fílmico la grabación de los diferentes sonidos del viento que se entremezclan en las historias de los cuatro protagonistas, dos por cada tipo de soledad. Hay también indicaciones del viento como señales de oposición entre ambas soledades. En un caso, la afición al aeromodelismo -toma unas imágenes únicas con la cámara a bordo del avión en maqueta- que además de un lujo costoso y sofisticado es imposible sin el concurso del viento; es también un producto totalmente controlado y manejable por el hombre. En el otro lado, el acordeón de baja calidad que maneja un paisano, que al contrario de los acordeones profesionales produce sonidos diferentes según la dirección del aire de los fuelles. En cierta manera, es un sonido incontrolable, como ellos, como la naturaleza que les rodea y que terminará engulléndoles en su soledad. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DE LA PROYECCIÓN:
Alcances 2017. Festival de Cine Documental de Cádiz.
‘Ad ventum’ de Bárbara Mateos (2016, 68 min.)
Producción: Bárbara Mateos, José María Lara, Alfonso Palazón y Antonio Costa. Guión: Bárbara Mateos y Antonio Gómez. Fotografía: Frodo G. Conde y Jaromir Wimmer. Montaje: Antonio Gómez.