CRÍTICA. El documental Converso explora cómo se produce el cambio religioso, la transformación del no creyente o no plantearse ese problema de la existencia de Dios hacia una fe cristiana intensa y definitoria, en miembros cercanos al cineasta. El director más que indagar por qué, recaba la respuesta, a su cuñado y su hermana principalmente, de cuándo y cómo se produce esa “caída del caballo”, como Saulo camino de Damasco.
“Durante los últimos años, toda mi familia se ha convertido a la fe católica. La distancia con ellos se hacía cada día más grande, así que me propuse hacer una película para entender cómo el Espíritu Santo había entrado en sus vidas, en nuestras vidas” (David Arratibel).
La semántica del título de la película induce a pensar que tiene ese sentido, un documental sobre la conversión religiosa basado en testimonios personales. Pero el título confunde, por cuanto el director confiesa que el verdadero núcleo del documental es de “conversaciones”, conversaciones o entrevistas con su cuñado, hermana… todos ellos entusiastas seguidores de Cristo en la actualidad. Aunque instrumentalmente el formato inicial de estas conversaciones en el documental fuera de entrevistas con el cineasta fuera de plano -y así se elabora parte del mismo- el director decide luego introducirse él mismo en la película por motivos personales, y con el rodaje con el director dentro de plano el documental amplía el registro del mismo. Es una decisión personal que toma cuando se da cuenta que la película también le afecta y le involucra, porque las entrevistas dan lugar a un proceso de acercamiento personal de la familia creyente con el director, distanciados por la cuestión religiosa, y el cineasta abre la vía a que el tema religioso no les separe. En un proceso lógico, el cineasta finalmente reconoce su deseo de mantener conversaciones pendientes con su padre; conversaciones “en el cielo” por haber fallecido tiempo atrás. El acercamiento familiar se sintetiza en la interpretación de todos ellos, incluido el cineasta -una excelente voz de bajo, por cierto-, de la obra polifónica O magnum misterium de Tomás de Vitoria.
En la realización de la película David Arratíbel juega con ventaja y las aprovecha con naturalidad e inteligencia. Difícilmente concurren circunstancias óptimas para la creación fílmica de este tipo de documentales: que los conversos sean de la misma familia, tengan una sólida formación musical, excepcional en algunos casos, y demuestren un sustrato cultural amplio que se traduce en una manifiesta claridad para expresar sus ideas, además de un conseguido marco de libertad para abordar temas personales.
Se introduce el tema con motivo de la instalación e inauguración de un órgano de una iglesia en Pamplona. El órgano estaba en una iglesia anglicana al sur de Londres y lo reciben como regalo del párroco inglés. El organista es su cuñado y la película comienza con “esa invitación para hablar sobre órganos de iglesia y sobre lo que siente un organista al tocar algo con tanta potencia y tanto significado trascendental o litúrgico”. Pero el cineasta descubre otro filón en el documental a partir de esa entrevista: la fe y la conversión a la fe que se había producido en cadena en su cuñado, hermana mayor, madre y hermana menor.
Rodadas en interiores, destaca sobre todo la emocionante entrevista con su hermana, que da origen según confesión del director a esa otra película, la que le lleva a la comunión familiar sin escollos religiosos en medio. El espectador se ve inmerso pronto en el tema y la tensión se mantiene por el sinuoso trazado que discurre entre el impersonal discurso sobre la fe y el descubrimiento de sus intimidades personales. Quizá la secuencia menos lograda sea una en exteriores, él y su hermana dentro de un coche, en la que el cineasta cuenta una anécdota poco convincente que les afecta a ambos.
La película cae bien, quiero decir que quizás muchos empaticen y se vean reflejados en la manifestación de los vaivenes religiosos de los protagonistas, que dejan huella por la normalidad y naturalidad con las que plantean sus vivencias. A título de ejemplo, extraigo de los testimonios algunas frases que son significativas de la actitud personal: “Sé que mis amigos hablan de mí a mis espaldas (por su apasionada forma de vivir el hecho religioso), pero si quieren saber ¿por qué no me lo preguntan? Como estamos haciendo tú y yo en estos momentos…” (María Arratíbel, hermana mayor). “La fe no se impone, es una gracia que Dios otorga y que tienes libertad de aceptarla o no” (Raúl del Toro, cuñado). “Yo rezo por las noches de rodillas delante de mi cama, pero cuando pasa mi madre por el pasillo me levanto de inmediato. No sé, me da vergüenza que me vea así” (Paula Tellechea, hermana menor).
En la entrevista con la madre y en relación con el tratamiento excluyente, autosuficiente, privativo y de superioridad de los que están tocados por la gracia de Dios, muy frecuente por lo demás, que la familia dispensó hasta ese momento a David Arratibel, sorprende a su hijo con una confesión-arrepentimiento: “Nos sobró soberbia” (Pilar Aramburo).
Aunque los entrevistados expresan claramente su deseo de ganar adeptos a la fe, no es un documental apologético, y su proyección en los cines será sin duda bienvenida por los creyentes cristianos y sus instituciones. No obstante, el director se ofrece como balance y equilibrio en el dilema personal de creer o no creer. Lo hace David Arratibel sin confrontación, aunque defina con claridad su postura: no cree y no acepta el planteamiento de la Iglesia. “No me gusta un sistema que se plantea como un paquete completo, una decisión de todo o nada, que impide cualquier desviación”. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DE LA PROYECCIÓN:
Alcances 2017. Festival de Cine Documental de Cádiz.
‘Converso’ de David Arratibel (2017, 62 min.).
Guión: David Arratibel. Fotografía: David Aguilar. Montaje: Zazpi T’erdi. Producción: Zazpi T’erdi y Filmotive.