CRÍTICA. Desde su nacimiento a principios del siglo XX la ciudad de Casablanca ha sido la cuna y hogar de más de 40.000 españoles. Después de la francesa, la española fue la comunidad europea más importante de Casablanca (Marruecos). Los españoles llegaron en varias oleadas desde 1912, aunque las más relevantes vinieron tras el descalabro financiero mundial de 1929 y la Guerra Civil española, en este caso con exiliados republicanos. A partir de 1956, pero especialmente tras el golpe de fuerza de la Marcha Verde se produjo un incesante éxodo de que redujo esta comunidad a los pocos centenares que aún residen allí.
Aunque pudiera esperarse un detallado reportaje sobre la ciudad –no renuncia a ello– La fabulosa Casablanca tiene como objetivo de recuperar las voces de estos singulares “apátridas” españoles que conocieron esa Casablanca cosmopolita y única, en distintas épocas. El resultado es que el largometraje se presenta como un documental de la añoranza por el paraíso perdido, expulsados –de una forma sutil, pero expulsados contra su voluntad– por el consecuente proceso de sustitución de la comunidad europea (y su poder) tras la independencia de Marruecos. El retrato fidedigno de esa añoranza se traza con los testimonios de quienes tuvieron que dejar la dulce vida en Casablanca; son ellos quienes aportan también la memoria de sus padres sobre el cambio en la ciudad y su vida en ella.
Pero es también el testimonio del sufrimiento de los españoles casablanqueses en su regreso al quedarse como en tierra de nadie. Entre una patria que no les reconocía en su retorno –un abismo entre la modernidad de Casablanca y el atraso cultural de la España predemocrática–, y otra que los rechazaba. Tras la proyección queda claro el mensaje de su anclaje sentimental en ambas, con el “corazón partío” entre su herencia española y sus raíces vitales en la Casablanca marroquí como “hijos ilegitimos” –son sus propias palabras– de un país que no les reconoce como suyos. Dos partes que aún reclaman compatibles… Resulta llamativa la casi coincidencia de los testimonios, una marca distintiva de este documental (probablemente hubiera coincidido con los testimonios de quienes optaron por adoptar la nacionalidad francesa).
El recurso fílmico de una ficción dentro del documental para ilustrar la vida de un personaje que encarne las propias vivencias de los españoles casablanqueses, con la pieza teatral de Cándido Carrasco como leit-motiv, aporta nuevos matices y una variedad notable del discurso. Con el actor Pedro Casablanc, que comparte la condición de casablanqués, como director de escena se recorre ese período del siglo XX a través de los ensayos de una obra teatral que retrata el conflicto colonial que rompió la convivencia entre europeos y marroquíes a partir de 1947.
Hay una dimensión histórica en el documental –el recurso a las imágenes de archivo es inevitable– para la explicación de cómo y por qué Casablanca se convierte en “una ciudad internacional, inventada en el siglo XX, y que alcanzó su cénit cuando la grandeur francesa se combinó con el glamour de Hollywood”. Esta dimensión se complementa con el punto de vista actual de los jóvenes marroquíes, que desconocen gran parte del tesoro arquitectónico de su propia ciudad, la construida sobre valores culturales que no le pertenecían a los autóctonos marroquíes y a la que aún hoy dan la espalda. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA:
Alcances 2016, Festival de cine documental de Cádiz.
Sección Oficial Largometrajes.
‘La fabulosa Casablanca’ de Manuel Horrillo (2016, 80 min.)
Guión: Manuel Horrillo y José Antonio Hergueta. Fotografía: Antonio Belón. Montaje: Javier Vila. Música: Antonio Meliveo.
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