CRÍTICA. El documental Freedom to kill the other’s children nace del azar. “Estar en el momento justo en el lugar adecuado”: la visita del director a unos amigos israelíes coincide con el momento de la liberación del soldado Gilad Shalit, y con la estancia del cineasta en el mismo pueblo de Israel donde viven el liberado y sus amigos. De ahí la oportunidad de unas breves tomas en directo del paso de la comitiva que lleva al prisionero liberado a casa de sus padres. Prácticamente a eso se reduce el rodaje en el documental y en condiciones penosas para la grabación, que se convierte casi por necesidad en un logrado fuera de campo. El resto del mediometraje es un inteligente trabajo de montaje.
Gilad Shalit, en ese momento cumpliendo el servicio militar obligatorio, fue capturado en 2006 por milicianos de Hamas por ser soldado de las fuerzas armadas de Israel. El carácter simbólico del apresamiento y la necesidad de dar una respuesta adecuada al problema, en clave interna, de su cautiverio instaron a las autoridades israelíes a conseguir la libertad del soldado como fuese. Su liberación se produjo tras cinco años de negociaciones entre las partes y a cambio de mil palestinos, prisioneros en las cárceles de Israel.
El trabajo de David Varela es fundamentalmente de reconstrucción de la historia de la liberación y el ambiente en cada parte enfrentada, usando para ello grabaciones de archivo y testimonios en los medios de comunicación en esos días. Presenta las dos caras: la alegría y la afirmación nacionalista en la zona ocupada por Israel, y la tensa espera en el lado palestino, donde aflora la exigencia permanente de que sean liberados todos los palestinos debido al conflicto, más de cinco mil. Alternando grabaciones en ambos lados y con testimonios de las condiciones del acuerdo, la idea de la injusta desproporción y desigualdad con que se enfrentan las partes en el conflicto Israel-Palestina subyace de forma implícita en el documental. Aunque se presente como una mirada objetiva al problema, el director muestra a las claras su empatía con los perdedores. Porque lejos de ser un acuerdo que concilie a los enfrentados y suponga la esperanza de una solución al conflicto, se presenta la liberación de Gilad Shalit como un motivo más para perpetuar el alejamiento de las dos posturas, de dos pueblos que luchan denodadamente por el mismo territorio.
Aún más, Varela convierte el documental en un alegato antibelicista, en contra de la forma de entender Israel la convivencia entre los pueblos, con una impresionante escena del preciso ataque con dos misiles, tras uno de aviso, que destruyen por completo un edificio en el lado palestino. La voz en off de Gilad Shalit deseando que no haya motivo para que su hijo tenga que hacer el servicio militar, refuerza el deseo –con poca esperanza– de que el conflicto que dura décadas termine de una vez. El ataque aéreo parece la respuesta de las autoridades israelíes en su afán de cumplir la ley del Talión y provoca una masacre que afecta a la población civil. Son los niños de otro los que pagan trágicamente las consecuencias. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA:
Alcances 2016, Festival de cine documental de Cádiz.
Sección Oficial Mediometrajes.
‘Kill the other’s children’ de David Varela (2016, 30 min.)
Producción: Lola Martínez, David Varela / Guión Fotografía y Montaje: David Varela
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