CRÍTICA. El documental como género tiene también diversas tendencias operativas, en las que no es habitual que el ensayo tenga presencia. El ojo imperativo es una muestra de ensayo visual, rara avis en este género, que propone una reflexión sobre el colonialismo, o sistema de dominación y explotación político-económica de algunos países sobre otros. Con inteligencia, María Ruido resume concisamente con el título el eje vertebrador del documental: Ojo e imperio; o lo que son sus equivalentes: imagen y colonialismo. (“Percibimos el mundo con ojos coloniales”, afirma).
El ojo imperativo es una producción para el Centre d’Art Santa Mònica de Barcelona, cuyo rodaje se realizó en Marruecos en los años 2014 y2015. Las imágenes de la película son testigos de la pervivencia del colonialismo español y francés de tiempos del protectorado; una evidencia que se atestigua en los edificios de ciudades del norte de Marruecos, como Tánger.
La autora del documental propone como tesis de su ensayo la pervivencia del colonialismo en la actualidad, una suerte de neocolonialismo concretado en otras formas que se adaptan a un nuevo orden mundial, donde el mercantilismo y la globalización tienen sus facetas más evidentes (de ahí la visualización en el film del trabajo en diversas secciones de una fábrica de jeans ubicada en el Magreb, controlada jerárquicamente por extranjeros). María Ruido defiende que se ha impuesto un nuevo imperialismo cultural, estético y social que perpetúa el sistema hegemónico, conocimiento y representación incluidos. Entre otras formas, dando carta de naturaleza a la inferioridad de conocimientos y representaciones de los pueblos colonizados. Aún más, María Ruido explica en relación con este documental que la tradicional idea del estado-nación, pilar del orden político, está mutando debido al enorme peso adquirido por instituciones supranacionales como la UE –y otras como la OTAN o el FMI-. Según la autora estas estructuras socavan y pueden liquidar las bases políticas tradicionales en el mundo occidental.
Como tal ensayo, El ojo imperativo no apela a los sentimientos del espectador sino que incide directamente en su pensamiento y capacidad de reflexión. En comparación con otras vertientes del género documental, resulta para el público un tanto frío. En el documental no hay diálogos, solo imágenes y la apostilla de textos de apoyo de vez en cuando. Apostillas fundamentales en la concepción del filme que subrayan la idea general del ensayo. En algunos momentos se produce una reiteración machacona del discurso –no se alcanza a ver, por ejemplo, la razón de la excesiva duración de la secuencia en la fábrica de jeans–.
Es un documental cuyo potencial radica en que el espectador siga el hilo guía lanzado por la autora con los textos, de una factura conceptual exquisita. Configura así una narración donde los textos son necesarios para la particular interpretación de su contenido visual; textos seleccionados y reelaborados que siguen la perspectiva de los ideólogos, Frantz Fanon y Aimé Césaire, beligerantes contra el colonialismo (“El colonialismo no es una máquina de pensar, no es un cuerpo dotado de razón. Es la violencia en estado de naturaleza y no puede inclinarse sino ante una violencia mayor”). DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA:
Alcances 2016, Festival de cine documental de Cádiz.
Sección Oficial Largometrajes.
‘El ojo imperativo’ de María Ruido (2015, 63 min.).
Producción: Centre d´art Santa Mónica. Guión: María Ruido. Fotografía: Constanza Vergara, María Ruido. Montaje: Rafael Ruiz.
(puedes comentar esta información más abajo)