CRÍTICA. La historia de la película El lugar de las fresas es de la amistad –pienso que algo más– nacida entre Lina Garrone y su marido Gianni Baccola, siempre en la sombra y casi ignorado, y Hassan Raqabi, un inmigrante de Marruecos. Se desarrolla en Turín en los bancos del mercado de Porta Palazzo, donde acude puntualmente a la cita diaria la infatigable Lina para vender los productos de su huerta, que cultiva junto con su paciente (y agotado) marido. Una energía extraordinaria, electrizante y frenética mueve los hilos de esta señora, hiperactiva a pesar de rondar la frontera de la ancianidad. La película graba al minuto la evolución de comportamientos entre Lina y Hassan, desde que la infatigable agricultora lo acoge para que le ayude en el puesto de venta.
En el origen del documental, el azar jugó sus bazas. “Tenía un trabajo durante tres meses en una agencia de comunicación social en Turín y con ellos empecé a trabajar en cortometrajes en el mercado. Una noche de febrero, mientras me daba una vuelta para grabar la remodelación de Plaza de la República, llegó Lina. Me intrigó que una señora de cierta edad manejara ella sola las cajas de fruta. Así que empecé a grabar; a las ocho de la mañana me acerqué a ella y me presenté y le conté lo que estaba haciendo, Luego empecé a ir al mercado a verla, para grabar y tomar notas. Después de tres meses, Lina me invitó a su casa un par de días. Entonces se forjó un fuerte vínculo con ella y su familia, que me permitió hacer este documental”. Con la autoconfesión ilustrativa de ese encuentro entre la directora y Lina Garrone comienza la película, que como una planta va diversificando sus tramas temáticas.
La cinta se presenta como un canto al trabajo y a la fuerza de voluntad, para sobrevivir a pesar de los tiempos difíciles. Trabajo extenuante y durísimo para los agricultores piamonteses, entre ellos Gianni y Lina; trabajo que falta para que Hassan pueda llevar una vida normal en tierra extranjera. In medio virtu. El equilibrio en la conjunción de esas dos realidades lleva a Lina a actuar como madrina protectora del emigrante, hasta tomar medidas extremadamente favorables para el inmigrante marroquí.
Una dimensión de esta magnífica obra sigue la estela de los temas clave del cine documental actual: el encuentro/choque con el emigrante, el extranjero, el otro. Lina y Hassan superan poco a poco sus diferencias de todo tipo –una de ellas de cómo enfoca la vida la propia Lina (“¡Cuánto trabajo!”, murmura desolado el marroquí, contemplando atónito, asombrado y preocupado la actividad incesante de Lina en su huerto)– modelando la cineasta un relato de integración real, donde no faltan las pequeñas peleas y burlas entre los protagonistas. En cualquier caso, una relación que se vuelve gradualmente más profunda y que sugiere al espectador una relación paterno-filial entre la pareja de ancianos italianos –que no tienen hijos– y el orgulloso, pero dócil y fiable, Hassan.
No es nada casual que el cartel del documental reproduzca una fresa en forma de corazón. El simbolismo es evidente (“coge las fresas rojas, siempre rojas”, dice Lina), porque la película se desliza poco a poco hacia algo más que una amistad profunda entre los protagonistas. Uno no puede dejar de conmoverse con las atenciones en el límite del amor paterno-filial con la que el matrimonio atiende, avanzada la película, a “su” Hassan. Ni se queda nadie impasible como testigos del amor de Gianni a su hiperactiva mujer, a quien deja hacer de forma paciente y resignada.
La directora participa en esta experiencia en múltiples formas, desde el distanciamiento de su narración en voz en off, hasta su participación personal en la escena y con los protagonistas; una presencia constante y familiar (“siempre ahí; siempre ahí” clama Lina mirando a la cámara), pero que no actúa de filtro en el comportamiento de los protagonistas.
El lugar de las fresas es un film elaborado con paciencia de documentalista a ultranza (350 horas de grabación durante varios años), la minuciosidad de un artesano y el mimo de los detalles; uno de ellos, y no menor, la sugerente música del compositor y pianista Andrea Gattico. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA:
Alcances 2016, Festival de cine documental de Cádiz.
Sección Oficial Largometrajes.
‘El lugar de las fresas’ de Maite Vitoria Daneris (2013, 90 min.)
Intérpretes: Lina (Ernesta Garrone), Gianni Baccola y Hassan Raqabi. Productora, Guión, Fotografía y Arte: Maite Vitoria Daneris. Montaje: Renato Sanjuan. Sonido: Mirko Guerra. Música: Andrea Gattico.
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