CRÍTICA. Antonio Vega era querido, quería ser querido, se sentía querido. El documental de Paloma Concejero es un relato lineal, desde infancia hasta su muerte, de las múltiples barreras que interponía el artista para que los demás, incluso al público, demostraran su cariño. La película sobre la vida del artista, inevitablemente sustentada sobre el rico fondo musical de sus canciones, da cuenta de cómo padecían su familia, amigo y amores esa prueba que Antonio, eterno encantador de voluntades, les exigía.
Antonio Vega en su vuelo libre como artista y hacia su autodestrucción se resistía a romper con su comportamiento de chico consentido y mimado, que terminaba hartando a muchos y que aquilataba el amor de los incondicionales. Si aparentemente el filme de Concejero resalta los aspectos más oscuros, negativos y demoledores de la vida del cantante, esencialmente es el relato de cómo el artista se aprovechaba del magnetismo que ejercía en los demás.
Probablemente, si aún viviera los testimonios tuvieran otro registro: más sutiles en el reconocimiento de esa capacidad de Antonio Vega para hacer lo que le petara en cada momento. Seguramente, habría más dulzura y menos transparencia en las palabras de los testigos de su vida familiar y artística para desvelar el cómo y cuándo, incluso ahora no se atreven a aventurar el porqué, Antonio Vega se adentró hacia el agujero negro de las drogas.
Hay un momento, hacia la mitad de la película que el pulso de la cineasta desfallece en el relato, porque, agotadas las anécdotas y efemérides musicales, nadie se aventura en el análisis de ese proceso, todo lo más esbozan un apunte de comprensión y justificación. Quizá desfallece la película porque el testimonio de su primera mujer y primer gran amor, Teresa, remata con sequedad y contundencia que el responsable exclusivo de ese proceso autodestructivo era Antonio, que no dudaba en arrastrar con él a quien se dejara. Afortunadamente, ella tuvo valor para romper el hechizo. Establecida la responsabilidad, sin autocrítica, de quien compartió vida y andanzas durante muchos años, no podría esperarse más luces en los testimonios de los demás.
La segunda parte reitera ese mismo proceso de encuentro, hechizo y prueba con otros personajes de la historia -todos, absolutamente todos los entrevistados, no dudan en reconocer que se sentían inevitablemente atraídos por él- y de la forma y motivos por los que se zafaban del encanto. Por esa reiteración en situaciones y ambientes, salvadas las anécdotas biográficas, el espectador comienza a sentir que a la película le sobra metraje.
Sin embargo, merece la pena esperar hasta el final. Merece la pena atestiguar el cambio en la mirada de la madre, ocurrente y graciosa con los recuerdos familiares, que se aflige al final tanto de su pérdida como de no haber intentado comprenderle como artista; y merece la pena contemplar el relato de la relación de Antonio Vega con Marga, su segundo amor. Es conmovedor. Sobre todo por el tierno testimonio, y valiente, de la madre de Marga cuando explica su implicación personal en la última fase vital de su hija, enganchada en las drogas como Antonio. No hay reproche en sus palabras. Sólo amor, mucho amor, a los dos, Marga y Antonio.
Me permito reproducir un extracto del diario de doblaje de Paloma Concejero: “No sé cómo transmitiros la fuerza torrencial de esta mujer, su entereza, su bondad y su pasión por la vida. Le pregunto cómo ha podido enfrentar todo lo que me cuenta sin perder la calma y ella me contesta que ha habido mucho dolor pero que su fe en Dios le ayuda a continuar. Me asegura que mientras les tuvo cerca no dejó de recordarles, ni un solo día, para animarles, una frase: ‘cada día, tiene su afán’”.
El documental es un retorno a una época gloriosa del pop español, es el relato de la vida casi completa de Antonio Vega –una suerte que naciese en una familia acomodada, aficionada al registro en súper-8 de los acontecimientos familiares-, es la conexión vital de las letras en las composiciones del artista, pero es, sobre todo, el relato del anhelo incesante y búsqueda de Antonio por ser querido. DIARIO Bahía de Cadiz
FICHA:
Alcances 46ª edición de la Muestra Cinematográfica del Atlántico.
Programa: Musicales.
Antonio Vega, tu voz entre otras mil (2014, 124 min.) Dirección y guión: Paloma Concejero. Producción: Rodando Voy. Fotografía: Juan Carlos Concejero.
Lugar y día: Cádiz, 11 de setiembre de 2014.