ROM, el Caballero del Espacio (ROM Spaceknight), era un juguete electrónico creado por Bing MCCoy, quien en un principio lo diseñó como un juguete místico egipcio. Cuando ninguna empresa juguetera se mostró interesada en la mística egipcia, lo transformó en un cyborg, hasta que finalmente también se obvió su origen egipcio para pasar a ser extraterrestre. El nombre elegido originalmente para el juguete era COBOL, en honor al lenguaje de programación.
En 1979, Parker Brothers (actualmente conocida como Hasbro, Inc.), empresa dedicada hasta ese momento a los juegos de mesa, decide comprar los derechos del juguete y lanzarse al mercado incipiente de los juguetes electrónicos. Lo primero que hicieron los directivos de Parker Bros. fue cambiar el nombre del juguete, que de COBOL paso a llamarse ROM (en honor a la Memoria de Solo Lectura, o Read-Only Memory).
El juguete en sí vendió solo entre 200.000 y 300.000 unidades. Bing McCoy achaca el fracaso a la pésima campaña publicitaria y a que los directivos de Parker decidieron abaratar al máximo los costes de producción. Como consecuencia de esta decisión las lámparas led de color verde que hacían las veces de ojos fueron sustituidas por otras de color rojo, mucho más baratas, el juguete tenía muy pocos puntos de articulación y el empaquetado era muy poco atractivo. Además ROM era un sólo juguete, no había una línea de muñecos, no tenía aliados ni enemigos. El fracaso del juguete hizo que Parker Bros. se replanteara continuar con su línea de juguetes electrónicos y finalmente volverían a los juegos de mesa.
Sin embargo, para aumentar el interés en el juguete, Parker Bros. había llegado a un acuerdo con Marvel Comics para la publicación de un cómic protagonizado por ROM (Marvel ya había publicado otros cómics basados en juguetes, como Transformers, Micronautas, o G.I. Joe), bajo la premisa de que ROM era un cyborg, dándole un origen, motivación, personalidad, una galería de personajes secundarios y villanos, y, lo más importante, encuadrándolo dentro de la continuidad del universo Marvel tradicional. Y el comic ya fue otra historia muy distinta.
En diciembre de 1979, se publicaba ROM #1, guionizado por Bill Mantlo y dibujado por Sal Buscema, a los que acompañarían grandes entintadores como Al Milgrom, Joe Sinnott o la pareja Akin & Garvey, y con portadas dibujadas por grandes nombres del mundo del cómic, como John Byrne, Frank Miller, Michael Golden, Bill Sienkiewicz o Mike Zeck, entre otros.
El tándem Mantlo-Buscema se mantendría hasta el número 58, a partir del cual Sal Buscema sería sustituido por un crepuscular (y bastante flojo) Steve Ditko, que estaría en la serie hasta el último número, el 75. ROM gozaría de cuatro anuales (de 1982 a 1985), hasta que finalmente Marvel perdió la licencia para dibujar al personaje.
¿qué tenía de especial ROM?
Para empezar a entenderlo es necesario recuperar su mítica cabecera: “Hace 200 años los diabólicos Fantasmas amenazaron al pacifico planeta de Galador, gloriosa joya de la Galaxia Dorada. En la hora más oscura, los Galadorianos mas jóvenes sacrificaron su humanidad formando la última línea de defensa, convertidos en los Caballeros del Espacio y dotados de únicas habilidades triunfaron y derrotaron a los Fantasmas en su terreno, en la Nebulosa Oscura, desperdigándoles por todo el cosmos juraron venganza contra Galador pero los Caballeros del Espacio juraron perseguirles y derrotarles para evitar repetir las terribles pesadillas en otros lugares y de entre ellos, el más grande de todos los caballeros: ¡ROM!”.
La primera visión de ROM resultaba impactante. Una especie de robot (su armadura no deja a la vista ninguna parte orgánica de su anatomía, por lo que es imposible saber que es un cyborg), de diseño un tanto arcaico (a base de líneas rectas, que recuerda a los robots de las antiguas películas de ciencia ficción), de aspecto pesado, y de tamaño enorme (7 pies de alto, unos 213 cmts).
ROM aterrizaba en un pequeño pueblo norteamericano (Clairton, Virginia) en busca de unos seres multiformes que se habían infiltrado en la sociedad humana (al estilo de La Invasión de los Ultracuerpos) a los que identificaba con un extraño aparato para luego usar otro (el Neutralizador) para exiliarlos al limbo. Para su desgracia, el proceso era invisible al ojo humano, por lo que los habitantes de Clairton solo veían a un robot enorme que apuntaba con un “arma” a algunos de sus vecinos y los desintegraba.
Así, ROM empezaba su estancia en nuestro planeta como un monstruo incomprendido, temido y perseguido, como Hulk, por poner un ejemplo de Marvel. Al menos hasta que acabó por ganarse el cariño y respeto de los habitantes de Clairton con la ayuda de sus nuevos amigos terrestres, como Steve Jackson, Brandy Clark y el superhéroe local, Torpedo. ROM, al mismo tiempo, empezaría a apreciar y a encariñarse con este pequeño planeta y sus atrasados habitantes, recordándonos en esta faceta a otro extraterrestre que convirtió nuestro mundo en su hogar, Silver Surfer.
A medida que avanzaba la serie, descubríamos que ROM era una versión moderna (y cyborg) del ideal de caballero medieval, un ser noble, bondadoso, sacrificado, convertido en una máquina de matar para combatir en una guerra que aborrece. ROM era un héroe con mayúsculas, un pacifista con un sentido del deber tan alto que aceptó ser convertido en un arma, sacrificando su “humanidad” en el proceso.
Así conoceríamos la guerra contra los pérfidos Fantasmas del Espacio, sabríamos que su planeta natal era Galador, y que él era solo uno de los llamados Caballeros del Espacio, que llevaban siglos combatiendo y muriendo en una guerra que parecía interminable.
Pero ROM, cuya historia parecía sacada de la más clásica tradición de las ‘Space Operas’, se alejaba del modelo clásico de héroe épico. ROM no era un cómic sobre “una guerra”, sino un cómic “contra la guerra”. ROM era un héroe a su pesar, era un guerrero que odiaba la guerra, que reflexionaba sobre lo maravilloso que es la vida, sobre la muerte, sobre la inutilidad de la guerra, sobre la soledad y sobre el dolor de los seres queridos perdidos.
con una propia guerra que luchar
Antes ya hemos comparado a ROM con Hulk en cuanto a su papel de “monstruo” temido, odiado y perseguido. Pero el gigante metálico compartía más similitudes con el gigante esmeralda. Como Hulk, ROM tenía una existencia solitaria y amarga. Y como Hulk, recorrió el Universo Marvel enfrentándose primero, y aliándose después, con personajes como La Sota de Corazones, los X-Men, Spiderman, Daredevil, Los 4 Fantásticos, Nova, Namor, el Dr. Extraño, los Vengadores y otros. Y también combatió con villanos como los Skrulls, Cabeza de Diamante, el Pensador Loco, la Hermandad de Mutantes Diabólicos o el hombre Topo.
Pero su papel como “superhéroe” era solo casual. ROM tenía su propia guerra que luchar, y pronto la serie se llenó de personajes nuevos: Fantasmas hechiceros, perros infernales, exoesqueletos de combate, y, por supuesto, otros Caballeros del Espacio, como Starshine, su compañera, o el expeditivo Terminator.
En la serie también acompañaríamos a ROM al espacio exterior, donde se enfrentaría al máximo dirigente de Galador, el Director Principal, corrompido y transformado en Mentus. ROM también se enfrentaría a otras amenazas extraterrestres del Universo Marvel, como Terrax y el mismísimo Galactus, que pretendía devorar Galador.
Mientras, asistiríamos a la muerte de Starshine en brazos de ROM; al destierro de Galador (por obra de Galactus) a un lugar que nadie conoce, haciendo imposible el regreso de los Caballeros del Espacio a su hogar; al surgimiento del amor entre ROM y Brandy Clark, quién se fusionaría con la armadura de la fallecida Starshine; al descubrimiento de que los Fantasmas son una rama derivada de los Skrulls (los desviantes de su especie); a la masacre de Clairton y la muerte de sus amigos;…
Así hasta el número 65, que culminaría con la batalla final contra los Fantasmas, en la que ROM estaría acompañado por Los Vengadores, Los Defensores, y los X-Men, entre otros. Acababa así una guerra que había durado 200 años.
Tras la victoria, ROM y Brandy se marcharían buscando el paradero de Galador, que acabarían encontrando sólo para descubrir que la población ha sido exterminada por una nueva generación de Caballeros que se rebelaron. ROM se unirá al último núcleo de resistencia, formado por Caballeros del Espacio del Escuadrón del que ROM formó parte. La batalla final acabará y los Caballeros supervivientes se marcharán dejando a ROM y Brandy, que han recuperado su humanidad, como únicos habitantes de Galador, unos nuevos Adán y Eva que deberán iniciar la lenta repoblación del planeta.
ROM fue un ejemplo de que cuando dos buenos profesionales, como Bill Mantlo y Sal Buscema, se dedican a contar buenas historias, no son necesarios ni “artistas estrella”, ni “reboots” ni “macro eventos”. Basta con un simple (y fracasado) muñeco electrónico para crear una de las sagas más entrañables, queridas y recordadas por los fans, de Marvel. DIARIO Bahía de Cádiz
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