Hay muchas veces que un libro, que una película, que cualquier expresión del arte te coge en el momento adecuado de tu vida. No tiene que ser un buen momento, seguramente los malos marcarán más a la obra; obviamente en el mundo del cómic también se da esa situación.
El cómic que hoy nos ocupa es una maravilla en forma de crítica social. Han cogido a las creaciones de Hanna-Barbera y les han dado una dimensión real, los personajes son una excusa para contar una grandísima historia, los autores buscan ese momento primitivo para poder jugar con el inicio de todo, analizar a los humanos en su época más inocente, para contarnos cómo empieza a degenerar nuestra sociedad.
Durante estos doce magníficos números veremos situaciones que han marcado a la humanidad, problemas que vienen de lejos y preocupaciones más recientes: la religión que se irá forjando con sus fobias, el paso del hombre de la adoración a objetos animales dará en poco más que semanas (viñetísticamente hablando) al monoteísmo, consumismo compulsivo, al mundo del arte, a la guerra en un capitulo cargado de sensibilidad, al trato de las empresas a los trabajadores, incluso el turismo de borrachera…
Todo tiene cabida en Piedradura de la mano de Mark Rusell… y en el centro de todo Pedro Picapiedra, que ha ganado enormemente con el cambio, ha pasado de ser ese egoísta bruto que sirvió de inspiración a personajes como Homer Simpson, a adquirir una profundidad digna de elogio: sensible, amante de su familia, monógamo (en una sociedad donde está mal visto), trabajador, amigo… alguien que ha visto los horrores de la guerra y ha comprendido la esencia de la humanidad.
Pero aunque Pedro sea el personaje principal tendremos a un gran número de personajes con su buena dosis de presencia, que hacen que la historia se pueda ver desde muchos puntos de vista, acordes a sus situaciones: Vilma, Peebles, Bang-Bang, el Señor Rajuela, del que ya se veía lo rastrero que era en los dibujos y aquí se confirma, Gazoo el extraterrestre y hasta los animales que les servían de aparatos tan cómicamente en la animación, y que aquí se nos muestran como seres atormentados.
Los autores les sacan punta incluso a temas que nunca quedaron claros en la serie de animación como ese club de gorros de búfalos al que pertenecían Pedro y Pablo, o que significa el célebre grito de ‘Yabadabadu’; eso sí, siempre desde una perspectiva sagaz y muy humana.
El dibujo consigue sumergirnos y empatizar, ya que han huido de la caricatura, es un dibujo realista con las difíciles trabas con las que se encuentra el artista, pues el uso de animales como “aparatos” hace que caer en el ridículo sea muy fácil, pero nada más alejado, Steve Pugh consigue que incluso nos sintamos mal al ver la explotación que sufren, otro tanto más con muchas lecturas.
Una obra más que recomendable, da igual que no seamos fans de los dibujos animados de los Picapiedra: solo es necesario conocerlos un poco. Un tebeo que cosechó grandísimas reseñas en su publicación y que sin dudarlo, pasará al Olimpo de las obras de arte en forma de viñetas. DIARIO Bahía de Cádiz Manuel Santamaría Barrios
‘Los Picapiedra: integral’
Publicado originalmente en ‘The Flintstones’ 1-12 2016 por DC comic
Guión Mark Russell
Dibujo: Steve Pugh, salvo el capítulo 7 por Rick Leonardi