El 6 de abril de 1967, la NBC emitía el episodio 28 de la serie de televisión Star Trek, el penúltimo de la primera temporada. Ese capítulo se titulaba ‘La ciudad al borde de la eternidad’ (The city on the edge of forever) y estaba guionizado nada menos que por el recientemente fallecido Harlan Ellison.
El episodio se convirtió en uno de los favoritos de los aficionados, fue aclamado por la crítica y recibió el Premio Hugo a la Mejor representación dramática y el Premio de la Sociedad de Escritores de América (WGA) al mejor guión de una hora de duración.
Sin embargo, la polémica siempre rodeó este mítico episodio. Y es que aunque el equipo de producción de la serie consideró que el guión original de Ellison era excelente, este sufrió numerosas modificaciones y reescrituras. El problema es que consideraron que era demasiado largo para un episodio de una hora, demasiado costoso de llevar a pantalla y que algunos elementos de la trama no estaban en sintonía con el espíritu de la serie.
Pese a que el propio Ellison hizo una reescritura del guión, este seguía considerándose demasiado caro de filmar, y acabaría siendo reescrito. Harlan Ellison no estuvo de acuerdo con las correcciones y acabaría firmando el guión con su pseudónimo Cordwainer Bird.
Y en 2017, en el 50 aniversario de Star Trek, Editorial Drakul publicaba en un tomo la adaptación al cómic del guión original de Harlan Ellison.
Esta adaptación, publicada originalmente en 2015 por IDW en cinco entregas, recopiladas luego en un único tomo con portada de Juan Ortiz, está realizada por Scott y David Tippon, encargados de adaptar el guión de Ellison y que ya han trabajado en varios cómics del universo Star Trek en IDW, y con dibujo de J.K. Woodward.
¿Y qué puede encontrarse el lector al enfrentarse a este cómic?
Para empezar, si además de lector de cómics se es trekkie, lo primero que llamará la atención es lo mucho que difiere esta historia de la que finalmente vimos en pantalla. Si en el episodio televisivo el detonante de la historia era el Dr. McCoy aquejado de paranoia a consecuencia de la administración accidental de un medicamento, en esta versión es Beckwight, un tripulante que trafica con drogas.
A partir de aquí las diferencias son muchas, algunas meramente estéticas (el aspecto de las ciudad y el planeta, el mensaje de los Guardianes, etc) y otras más profundas (la xenofobia, el mensaje anti-belicista, etc), pero lo más destacado es que en el guión de Ellison tenemos más componentes de ciencia ficción (lo que puede resultar chocante cuando hablamos de Star Trek), se nos plantean cuestiones filosóficas más profundas de lo que era habitual en la serie, la historia resulta más redonda, más orgánica y la historia tiene un desarrollo más natural y fluido.
Especial mención merece el excelente trabajo artístico de J.K. Woodward, que realiza un trabajo impresionante con sus lápices y acuarelas, imprimiendo un gran dinamismo y fuerza a la historia, convirtiendo cada página en una obra digna de ser enmarcada y colgada de la pared.
Por si fuera poco, el cómic tiene varios extras, como las portadas originales de Paul Shipper, varias páginas donde se explica el proceso creativo de Woodward, así como un prólogo de agradecimiento y un breve epílogo del propio Harlan Ellison.
En definitiva, este tomo supone un auténtico regalo para el lector de cómics, el seguidor de Star Trek y los amantes de la ciencia ficción. DIARIO Bahía de Cádiz José Manuel Puyana
‘La ciudad al borde de la eternidad’
Guión: Harlan Ellison
Adaptación: Scott y David Tipton
Dibujo: J.K. Woodward