‘Cazadores de Drider. Siete Clanes I’

“Pero Kirejah no se había hecho tan buena cazadora para obtener notoriedad, porque lo que la tribu pudiera pensar de ella no podía importarle menos. Sabía de primera mano que la opinión de los demás cambiaba más rápido que la dirección del viento…”

Existen circunstancias curiosas en la vida y una de ellas es cuando se me mezclan pasiones, en este caso carnaval y literatura. Conocí a Cristina un domingo de Carnaval de Cádiz, ya que sale en una callejera y yo en un romancero; después de vernos varias veces durante la fiesta y debido al confinamiento establecimos amistad on-line y pude enterarme de que la literatura era una pasión y que incluso había publicado un libro.

En cuanto pude le pillé uno por tres motivos fundamentales: me encanta la literatura fantástica; la autora, Cristina Ríos Rodríguez, aunque onubense es gaditana de adopción y siempre me gusta ayudar a mi tierra; y tercero, Cristina me cae bien con su desparpajo y su frikismo. Esta “obligación” autoimpuesta no ha quitado que la novela me haya encantado.

La novela ‘Cazadores de Drider. Siete Clanes I’ se centra en los Drow una raza que comparte mundo con humanos, elfos y enanos. Estos viven en una jerarquía de clanes con vinculación a un grupo animal (felinos, cánidos, insectos…), son seres orgullosos con normas estrictas, no pueden tener relaciones con miembros de otro clan, los reyes tienen mando absoluto…

El personaje principal es Kirejah, una joven cazadora que oculta una gran pena bajo una coraza de desprecio a su pueblo, su vida trascurre entre sus obligaciones de conseguir sustento y el deseo de que la dejen en paz. Su relativa tranquilidad se verá truncada tras varios ataques Drieder, Drow que han mutado en su animal totem, a distintos pueblos.

Para evita un conflicto con otros seres, sobre todos los humanos, deciden formar grupos mezclando varios clanes y oficios útiles (soldado, mercenario, hechicero…) para ir a cazar a estos Drider, dando lugar a que la protagonista tenga la oportunidad de conocer a gente de otros clanes, empezando un camino de aprendizaje que nunca hubiera podido en la aldea que la aprisionaba.

La novela es de lectura sencilla, muy amena, la autora no entra en descripciones exhaustivas, ni de situaciones, ni de linajes tribales, como muchas veces pasa en estos géneros. Pese a que se mencionan criaturas como los elfos, no estamos ante uno de los muchos sucedáneos de la obra de Tolkien; aquí prima una asfixiante atmósfera selvática.

Si tengo que buscar una fuente inspiradora, me inclinaría por el Tarzán de Edgar Rice Burroughs, al Conan de Robert E Howard, la opresión de la naturaleza está en todo momento presente entre árboles, ciénagas y arbustos, es otra presencia más como en el Wendigo de Blackwood. Puede que esta comparación sea más acertada ya que en cualquier momento un monstruo puede aparecer.

Una grata sorpresa que me ha proporcionado un tiempo de diversión impagable, quizás lo peor es la brusquedad del final, me hubiera gustado algo más extenso, pero claro, pocos le darían la oportunidad a una autora novel de publicar un tochal.

Así que Cristina, no decaigas, que algunos estamos esperando la continuación. DIARIO Bahía de Cádiz Manuel Santamaría Barrios