Chiclana comienza a dotarse de un plan de contingencia municipal frente a maremotos, vientos y oleajes, para saber cómo actuar frente a hipotéticas situaciones de emergencias que se pudieran producir como consecuencias de un maremoto, posibilitando la coordinación de los servicios, medios y recursos intervinientes; optimizar los procedimientos de prevención, protección, intervención y rehabilitación; la mejor integración de los planes de emergencias; y fomentar la cultura de la seguridad mediante la acción pedagógica de la autoprotección. El Ayuntamiento acaba de presentar el borrador de este documento.
“El riesgo existente es mínimo, pero puede ocurrir cualquier día, por lo que incorporamos este documento al plan de emergencias municipal e iniciamos su tramitación administrativa”, apuntaba el alcalde, José María Román, en la presentación de este primer documento, que “esperemos que nunca se tenga que usar porque eso significa que no llegaría un maremoto”.
A partir de ahí, en caso de que fuera necesario, “estamos preparados y serían los servicios de emergencia los encargados de informar a la ciudadanía sobre qué debe hacerse en ese momento”. “Afortunadamente, en Chiclana contamos con un grupo importante formado por Protección Civil, Cruz Roja, Policía Local y Guardia Civil, que trabaja de forma coordinada y con entendimiento para dar respuesta a los sucesos”, entiende el primer edil del PSOE.
A su vez, el coordinador del plan de emergencias municipal, Diego Benítez Mota, ha agregado que “no pretendemos alarmar a nadie, simplemente es un documento de trabajo para dar respuesta ante una hipotética inundación, gran ola o fuertes vientos”. En este punto, ha precisado que “Chiclana, por su orografía, tiene la ventaja de contar con una serie de colinas donde pudiera desplazarse la ciudadanía y no pasaría nada”.
RIESGO MEDIO/BAJO
Los maremotos se clasifican por su intensidad, en función de la escala Sieberg-Ambrasey. De esta forma, se pasa de un maremoto muy ligero (con ola tan débil que solo es perceptible por mareógrafos), a ligero, bastante fuerte, fuerte, muy fuerte y desastroso (que supone una destrucción completa o parcial de construcciones hasta una cierta distancia de la playa, con inundación de las costas hasta gran altura y fuertes daños en barcos grandes, árboles arrancados o rotos y víctimas).
Los riesgos más recurrentes que afectan al litoral chiclanero son los provocados por los fuertes vientos costeros en forma de vendaval. Por tanto, debido a la situación geográfica de su costa, a su formación orográfica, a su orientación y al riesgo histórico, se ha de contemplar la posibilidad de la ocurrencia de fuertes oleajes de procedencia sísmica. En este sentido, Chiclana cuenta con un índice de riesgo de 10 en una escala de 0 a 28, por lo que “es riesgo medio”, siendo la zona portuaria de Sancti Petri y La Barrosa donde el riesgo es mayor.
Por su parte, el riesgo sísmico y de inundaciones en el litoral como consecuencia de un maremoto alcanza los 7 puntos sobre 28, por lo tanto “un riesgo bajo”, pese a que, según el Plan Estatal de Protección Civil ante el riesgo de maremotos aprobado el pasado mayo, indica que la costa occidental de la provincia de Cádiz es una zona con alta probabilidad de ocurrencia de sucesos sísmicos de origen oceánico. Sin embargo “no ha existido constancia en la zona de un solo maremoto, de magnitud considerable, en los últimos 30 años”, se apunta en la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz.
Así, según este plan embrionario, en caso de maremoto se activaría el servicio de emergencias para el aviso a la ciudadanía a través de los medios oficiales del Ayuntamiento y la radio municipal, para que se desplace hasta zonas altas, tanto del casco urbano (Fuente Amarga, Santa Ana, Plaza Mayor, El Castillo) como del extrarradio (Cerromolino o Torre del Puerco), o bien en edificios sólidos con una altura de más de 15 metros (más de tres pisos).