El Museo de Chiclana ha recibido recientemente la primera edición de ‘Un baile en casa de Abrantes’, un original de una obra de García Gutiérrez; y una plancha del grabado ‘Visita de César al Templo de Hércules’. Ambas piezas vienen a sumarse a “tantas” que, desde que volvió el Museo a manos municipales, han engrosado la exposición permanente: pinturas, piezas arqueológicas, documentos, grabados, libros, etc.
El Museo de Chiclana ha recibido recientemente un original de la primera edición de ‘Un baile en casa de Abrantes’, la primera obra que Antonio García Gutiérrez publicó en Madrid apenas recién llegado. Se trata de un diálogo en verso impreso por Repullés en 1934. Esta pieza ha sido donada por Manuel Montes Reina, cordobés que reside entre Madrid y Chiclana, autor de numerosos artículos e investigaciones, un buen número de los cuales se han recogido en el volumen Julián Casas ‘El Salamanquino’, obra en la que su autor revela datos desconocidos acerca de José Redondo ‘El Chiclanero’.
Además de esta pieza, el artista isleño, residente en Chiclana, Eduardo Martínez ha donado en estos días la plancha original de su obra ‘Visita de César al Templo de Hércules’, un grabado, que el Museo adquirió hace un par de meses, realizado a partir de una obra de Federico Godoy, pintor muy vinculado a la ciudad.
Estas donaciones irán respectivamente a la sala 5 -dedicada a los grandes nombres del siglo XIX- y a la sala 3 -dedicada a los fenicios y a la antigüedad romana-.
Ambas piezas, explican desde el Consistorio en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, vienen a sumarse a tantas que, desde que volvió el Museo a manos municipales, han engrosado la exposición permanente: pinturas, piezas arqueológicas, documentos, grabados, libros, etcétera.
Uno de los cometidos que, desde su retorno a la gestión pública, se propuso el Museo de Chiclana en la remodelación de sus contenidos ha sido la inclusión de nuevas piezas que, insertadas en el relato mismo de sus respectivas salas, no sólo hiciesen más atractivas las visitas, sino que las liberara de un exceso de texto y lectura.
La adquisición de piezas, a lo largo de estos dos años, ha contribuido a “dignificar” las salas de la exposición permanente, a la vez que “ha dado coherencia discursiva a la misma”. Estas nuevas incorporaciones han sido, con frecuencia, donadas por ciudadanos que “han querido arrimar su hombro a la tarea común de lo público”.
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