CARTA AL DIRECTOR enviada por: María Mateo Gómez, de Cádiz
Cautivos en nuestra propia libertad, liberados por el cielo que se cierne sobre nosotros… gris, como los edificios que nos rodean, como nuestros vanos sueños y esperanzas, paredes de nuestra cárcel personal que nos aprisiona. Perdidos, frustrados, solos pero acompañados, presión ¿esperanza?, ¿luz? Todo es posible.
Hay momentos en la vida en los que uno es incapaz de tomar decisiones, de seguir caminando, como si el destino y el azar nos tumbaran. Como una simple marioneta, a merced de la voluntad de lo intangible.
Observamos lo que nos rodea, nos agrada, nos ilusiona y nos hace sentir vivos. Observamos lo que nos rodea, nos perturba, nos trastorna, nos destruye.
Padecemos una apatía del espacio y el tiempo, de lo cotidiano y de lo nuevo, que parece perdurar aunque las aguas de la renovación bañen todo nuestro cuerpo. Oscuridad, y de repente, luz. Luz, palabras de esperanza, soplo de tranquilidad, mano que nos levanta, labios que nos besan, eso es luz.
El mundo gira, impulsado por la fuerza del egoísmo, del dinero, de la avaricia, pero la luz nunca se apaga, persiste, ilumina nuestro camino, aunque la más cruel tormenta azote nuestro corazón.
Libres, fuertes, esperanzados, soñadores, somos luz aunque exista oscuridad, somos bondad aunque la maldad sea visible a nuestro alrededor, somos humanos.
Humanos que deciden, que se equivocan, humanos que caen y se levantan, que dan vida y la arrebatan pero siempre luz, frente a la oscuridad.
Una breve reflexión, tras el inspirador día de la poesía. DIARIO Bahía de Cádiz