CARTA AL DIRECTOR enviada por: Ramón López Rodríguez, de San Fernando
Mi hijo tiene cinco años, con problemas para comunicarse y andar correctamente, y yo, soy un humilde maestro de escuela…
Como todos los días, llevo a mi hijo de paseo por la Plaza del Carmen y se me ocurrió entrar en la Biblioteca Pública Luis Berenguer para contarle un cuento. Al entrar nos acercamos a una estantería llena de publicaciones infantiles. Comenzaba a elegir, cuando por la espalda, con voz brusca, me pregunta un vigilante jurado con su porra y sus relucientes esposas colgando de la cintura, que si era para llevar. Le contesté que era para consultar y nos dejó tranquilos hasta que llegamos a la mesa.
En el momento que nos sentamos ilusionados con nuestro cuento aparece de nuevo nuestro hombre de negro, con tono desafiante, diciendo que no se podía hablar, que ahí estaban estudiando y leyendo.
¿Entonces para qué tienen los cuentos infantiles de todas las edades? ¿Para los que saben leer solamente en silencio? ¿Dónde estaba la bibliotecaria de cara afable que alguna vez he visto por ahí?
Ese hombre no tuvo una pizca de consideración. Desde el momento que entramos nos estaba echando. Me dolió en el alma sus formas y consiguió agrandar aun más mi pena.
No entré en debates, ni peleas, cogí a mi hijo y mi corazón encogido, pensando, mientras salíamos, qué hubiese pensado Berenguer de este infame señor y de aquel o aquella que lo ha colocado ahí. DIARIO Bahía de Cádiz