CARTA AL DIRECTOR enviada por: un discriminado por ser emprendedor y sacudido por covid persistente, enfermedad aún incomprendida.
Antes de contaros porque valgo más muerto que vivo me veo en la obligación de poneros en antecedentes para que podáis comprender la situación.
La vida me ha jugado una mala pasada, en estos dos últimos años. Sin quererlo ni buscarlo me alcanzó el covid. Para no entretenerme en detalles, covid, angina de pecho, neumonía bilateral, unos días en la UCI (de donde se creyó que no saldría), ataque de vesícula, inflamación de las células del cuerpo, inflamación de los riñones. Esto durante el primer año. Cuando pude dejar de respirar con mascarilla pasé a llevar oxígeno en la nariz, cuando conseguí dejarlo, pasé a un inhalador para poder respirar. Más o menos, pasado un año empiezo a respirar sin medicación. Y cuando parece que poco a poco empiezo a recuperarme entonces sufro un Ictus. Parálisis de la parte izquierda de mi cuerpo y neurológicamente vuelvo a estar afectado, así como que el cansancio crónico que he sentido durante toda la enfermedad se acrecienta.
El sufrimiento personal para una persona como yo, que toda su vida ha sido emprendedor y dinámico es brutal. Tengo un informe psicológico que entre otras muchas cosas dice que niego la enfermedad. No puedo escribirlo aquí, no por vergüenza, sino porque cada vez que lo leo me pongo a llorar. Hay momentos en estos dos años que pensaba que ya no me quedaban más lágrimas, que mis ojos se habían secado. No quiero dar pena solo quiero seguir relatando los hechos, segura e inevitablemente las palabras traen emociones, pero no es ahora lo que quiero contar.
Gracias a la determinación e iniciativa de dos enfermeras y una psicóloga emocional conozco a otras personas con covid persistente. Ellas nos reúnen por primera vez para ayudarnos y forman dos grupos. Esto ha sido un gran apoyo para todos y sobre todo para mí. Allí al cabo de unos días puedo empezar a hablar de cómo estoy y cómo me siento. La gente que me rodea me comprende. No estoy loco, cosa que los médicos en algún momento nos han hecho sentir a todos. Allí aprendo y me doy cuenta que en toda mi vida soy siempre el que ha ayudado a los demás. Que todos los problemas y dificultades que he sufrido a lo largo de mi existencia siempre los he superado solo y que nunca he pedido ayuda. Allí comprendo por primera vez que necesito ayuda y no se pedirla. No es cuestión de orgullo es que nunca lo he hecho. Hoy dos años después de todo esto he entendido que estoy enfermo. No estoy seguro de si lo he aceptado.
la vida se ríe de mí
La vida se ríe de mí, yo esperaba ser famoso por mis libros y me hago famoso por salir en la tele y en los medios como enfermo de covid.
La Seguridad Social me envía una carta donde me dice: “Determinado el siguiente cuadro residual: Ictus Isquemico con paresia leve de extremidades izquierdas síndrome de covid persistente con dispnea e intolerancia al esfuerzo. Y analizadas las secuelas descritas y las tareas realizables por el titular, esta Comisión de Evaluación de Incapacidades, propone a la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social: la no calificación del trabajador referido como incapacitado permanente, por no presentar reducciones anatómicas o funcionales que disminuyan o anulen su capacidad laboral”.
Reconozco que cuando hace seis meses atrás me llegó una carta donde decían: “Acuerdo de inicio de procedimiento de incapacidad permanente”, mi espíritu se negaba a ser un incapacitado permanentemente, y les respondí a la carta diciendo básicamente que yo quería seguir trabajando. Ahora por desgracia tengo que enfrentarme a la realidad. ¿Cuál es la realidad? Que estoy enfermo. Le dije a la psicóloga que antes de que me dieran la invalidez iba a tratar de hacer una visita. Que yo creía que sería capaz de conseguirlo. Soy comercial. Aun hoy después de muchos días recuerdo con terror el día que lo intenté. Me faltaba tanto el aire que tuvieron que ofrecerme agua, mi comunicación verbal fue, entrecortada y creo que con poca coherencia hacia el final de la misma.
Hace unas tres semanas inicié una recuperación neurológica por lo visto descubrimos que mi cerebro cuando se concentra mucho en algo durante alrededor de una hora, luego pierde las habilidades comunicativas, entre otras muchas cosas. Para mí, una persona que ha sido comercial toda su vida, esto se convierte en algo mucho más allá que una tragedia.
Supongo, y repito esto es una suposición que la Seguridad Social toma la decisión de darme de alta porque yo estoy dado de alta como autónomo administrador de una empresa. Si bien como comercial queda clarísimo que no puedo trabajar tal vez ellos creen que, como administrador de una empresa, es decir como jefe, sí puedo trabajar. Se supone que puedo seguir mandando a la gente. ¿Qué gente me pregunto yo? Si en todos los años que llevo en la empresa nunca he contratado a nadie. Mi empresa soy yo. El comercial que hacía que tuviera ingresos. Bueno pues si todas estas desgracias no fueran suficientes ahora es cuando descubro que valgo más muerto que vivo.
Tengo que cerrar mi empresa. Eso supone cero ingresos, la Seguridad Social no va a seguir pagándome la baja, es decir otra vez cero ingresos.
Por cierto, para los que no lo sepáis. Los primeros meses de estar de baja un autónomo. Tienes que seguir pagando a la Seguridad Social la cuota de autónomo. Por estar de baja me ingresaban alrededor de 900 euros, y la cuota de autónomo de un administrador es alrededor de 375 por redondear. Me quedaban unos 500 euros para vivir. Es decir, pagar hipoteca, coche, luz, agua, gas, electricidad, comer, y mantener a dos hijos 15 días al mes (separado con custodia compartida). Al cabo de unos meses ya no tuve que pagar la cuota. Pero pasados los 18 meses de baja (al parecer hay un vacío legal) me volvieron a cobrar la cuota. Los pocos beneficios y ahorros que tenía, así como un préstamo del banco los gasté para sobrevivir. Con lo que ahora me encuentro sin ingresos y sin dinero.
Repito, no escribo para dar pena a nadie. Solo traslado hechos. Seguramente es innegable habré cometido errores por desconocimiento, o por estar afectado psicológicamente en todo este proceso.
Cuál es mi realidad ahora. Que puedo apelar a la decisión de la Seguridad Social, que por lo visto el paro de los autónomos es algo muy difícil de conseguir, aunque estés pagando una cuota por ello. Lo que supone un proceso también largo. Según parece yo podré reclamar con éxito o no. Tal vez consiga que me reconozcan que aún no estoy bien para trabajar o no, tal vez consiga el paro de autónomos o no. Pero mientras tanto mis ingresos serán cero y los días o meses transcurrirán. Poco me importa cómo me alimente yo ¿pero y mis hijos?
Aquellos ojos que creía áridos como el desierto vuelven a convertirse en torrentes frente a la impotencia y a la discriminación. Sí, discriminación digo. Porque si yo hubiera muerto mis hijos tendrían una pensión de huérfanos y además les pagarían los estudios y mi exmujer una pensión de viuda que le ayudaría.
Es decir, si estuviera muerto mis hijos no tendrían padre, pero sí dinero para estudiar y vivir. Mi exmujer a la que le deseo siempre lo mejor y se ha portado de maravilla conmigo durante estos dos años. Tendría una paga de viuda.
Pero yo en vida no tengo nada y la discriminación vuelve a aparecer. Por lo visto existe una ayuda para mayores de 52 años. La única condición es que en estos últimos cinco años alguien te haya contratado como trabajador al menos tres meses. Eso significa que cualquier persona con la suerte de que un empresario haya pagado una cotización de alrededor de 1.500 euros por él tiene derecho a la ayuda y yo que en estos últimos cinco años nadie ha pagado por mi si no que yo mismo he desembolsado a la Seguridad Social alrededor de más de 20.000 euros no tengo acceso a esta ayuda.
Ahora mismo mis ojos vuelven a estar desérticos, mis ánimos devastados, no tengo fuerzas ni para la ira o la colera que provoca esta injusticia social. Por lo visto ser emprendedor en este país está castigado, y sufrir covid persistente es sentirse marginado he incomprendido por la sociedad y la gran mayoría de médicos.
no escribo para dar pena
No voy a quitarme la vida. Estoy convencido de que mis hijos prefieren un padre inútil que un padre muerto.
No pido nada para mí, pero sí pido que por favor estas palabras puedan hacerse virales, para que alguien en este país oiga estas palabras y entre todos consigamos que nunca nadie más pueda encontrarse en esta situación.
Tal vez en el peor de los casos alguien no tiene motivos por los que seguir viviendo y vale la pena salvar a las personas de situaciones como estas. Os pido que compartáis estas palabras. Que pongáis un comentario tan simple como leído, o te apoyo, cualquier cosa. Creo y esto es solo un pensamiento que si llegáramos entre todos a tener este articulo lleno de millones de lectores, comentarios, tal vez y con suerte podamos elevar entre todos estas palabras a los medios de comunicación y tal vez desde los medios a alguien que pueda dar soluciones a estas situaciones para que no se repitan. DIARIO Bahía de Cádiz