CARTA AL DIRECTOR enviada por: una persona intersexual socia de JereLesGay
Hoy, 26 de octubre, es el Día Internacional de la Visibilidad Intersexual, y como socie de JereLesGay con el fin de visibilizar la realidad intersexual, me decido a compartir mi propio testimonio.
Según la OMS, hay más personas intersexuales que personas pelirrojas en el mundo. Es decir, somos muchas aunque nuestra existencia no haya sido visible. Y como para muchas personas intersexuales, mi vida ha estado condicionada por una telaraña de engaños. Nací en el año 1982 y desde ese mismo instante decidieron por mí, un hecho que ha condicionado mi vida hasta ahora. No es mi intención culpar de todo a mis padres, primero porque la última palabra en todo esto la tienen las personas médicas y después porque entonces ni había los medios y lo más importante, la información específica. Nada era como puede serlo ahora y con seguridad mis padres lo hicieron “por mi bien”.
Desde que tuve uso de razón nunca me sentí ni de un sexo ni de otro. Sobre ese tipo de respuestas y de conductas, me fueron impuestas unas ideas que me eran ajenas.: yo tenía que ser una niña con sus vestidos y sus muñecas. Tanto era el afán de quitarme esta idea de mi cabeza que fui llevada a especialistas de psicología y psiquiatría para que “curaran” mi conducta. Junto a este hecho, llegó mi primera menarquia (periodo), me llegó a la temprana edad de 9 años, me llegó con aparente normalidad. Recalco lo de aparente normalidad, pues a medida que iba pasando el tiempo, empecé a notarme algo raro en ellas, no me llegaba con regularidad y sufría dolores que no eran propios de lo que se conoce como un período normal.
Ante esta situación, mi madre decidió llevarme al hospital para que me hicieran pruebas a ver qué estaba “fallando” en mí. El médico responsable me examina y me diagnostica endometriosis. A partir de ahí me informo de qué es la endometriosis y aparentemente se adecua a mis sintomatología, si bien, algo aún fallaba, algo aún no me terminaba de encajar, como si sintiera que diagnóstico no era certero. Sin embargo, desde entonces, he tenido que convivir con un cúmulo de medicación para paliar mis síntomas.
Toda una vida así, entre la duda constante y dosis de química médica, hasta que en el año 2019, después de transitar por innumerables centros de ginecología, me detectan un quiste en el ovario izquierdo. Hablando con un ginecólogo, le comento que mi vello facial y corporal eran muy abundantes. A raíz de esto, decide hacerme una prueba. Y con los resultados en la mano, me dice que “parece” que soy intersexual.
Tomar conciencia, de golpe y porrazo, a los 37 años de que soy una persona intersexual, ha supuesto una conmoción en mi vida. Hoy en día, todavía estoy aprendiendo a resignificar mi propia sexualidad. Paso a paso, descubro y asimilo qué significa ser intersexual y desde ahí, estoy haciendo una lectura más amplia y consciente de mi propia vida, de mi propia sexualidad.
Por ello, en un día como hoy, debemos reivindicar la existencia de la intersexualidad, de nosotras, personas intersexuales, y normalizar su existencia. Debemos marcar la necesidad de que los equipos médicos estén informados y capacitados, para que sepan diagnosticar desde el momento en que nacemos. Y debemos condenar cualquier tratamiento que “normalice” nuestro sexo y nos someta a intervenciones quirúrgicas que nos amputen o asignen un sexo antes de ni siquiera tomar conciencia de nuestra propia identidad.