CARTA AL DIRECTOR enviada por: Encarnación Martínez Galindo, de Málaga
Si alguien había pensado que reducir la Historia de la humanidad a simples nombres y fechas sin más y a retener memorísticamente los acontecimientos más relevantes por el simple hecho de acumular datos como evidencia de lo mucho que se sabe, creo que se estaba engañando a sí mismo.
En la sociedad actual lo que se intenta que prime es la productividad: la destreza o la habilidad que proporcione divisas. No caemos en la cuenta de que lo contable posee una parte invisible de pensamiento humano, universal y de evolución histórica. No se puede cambiar el “pienso luego existo” por “existid pero no penséis” porque podemos estar en un serio peligro.
La Historia está ahí para pensarla, para reflexionarla, para escribirla, para sacar conclusiones y sobre todo para intuir a partir de ella lo que podría ocurrir y no quisiéramos que volviera a suceder. Para tomar ejemplo de ella.
Para esto hace falta, además del conocimiento de los hechos acaecidos, una filosofía del pensamiento histórico. Hace falta, no solo detallar por qué triunfó o por qué fracasó tal movimiento o tal intento político, sino acompañar los sucesos de una reflexión profunda y meditada y llegar a saber qué fue lo que motivó el origen o el ocaso.
Además, hace falta el conocimiento de una universalidad. Los acontecimientos no se dan aislados. Nos movemos como una gran marea, en masa. Lo que ocurre aquí, repercute al otro lado del mundo aunque sea mínimamente y aunque sea un simple “baile”.
Y la crítica. Hace falta crítica literaria: pensar, analizar, sacar conclusiones… y dejar los símbolos del pensamiento impresos mediante la escritura.
Los alumnos presentados en este curso a selectividad no han fracasado en su examen de Historia (de España). Han revolucionado la Historia. Han sido unos héroes. A pesar de los vaivenes de la política educativa hasta el último momento, se han enfrentado cuerpo a cuerpo, ellos solos, al vacío y han triunfado.
Han demostrado que sin filosofía, literatura universal y sin apenas espacio para la crítica literaria del examen de lengua y literatura (último reducto para la expresión libre del conocimiento) no se puede continuar haciendo historia.
Este “pueblo joven” ha protagonizado una auténtica revolución social. Ahora su proeza debería quedar reflejada en los libros: Selectividad 2017: hazaña histórica. DIARIO Bahía de Cádiz
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