CARTA AL DIRECTOR enviada por: Encarnación Martínez Galindo, de Málaga
En esta etapa de pandemia del coronavirus y del consiguiente confinamiento en casa, no pocos de nosotros hemos llegado a cuestionarnos sobre la extinción del ser humano. Hemos reflexionado sobre nuestro “quehacer” cotidiano y sobre nuestras relaciones vecinales y sociales en general. Ha dejado, esta nueva crisis, malherido nuestro, a veces, ridículo orgullo y muy a nuestro pesar hemos caído en la cuenta de lo frágiles que somos.
La BBC se ha hecho la pregunta de qué especie dominaría el mundo si el ser humano se extinguiera y la respuesta por parte de algunos científicos ha sido variada: un microbio, algo que pueda comer plástico, el murciélago de metro y medio, roedores gigantes. Se pueden añadir más como la cucaracha o el escarabajo o lo que cada cual tenga en mente según su “capacidad” de adivinar.
Lo absurdo de esta cuestión es que si el ser humano se extinguiera y sería la Sexta Gran Extinción (la quinta acabó con los dinosaurios) aunque la Naturaleza continuara su existencia y hubiese nuevos tipos de animales bellos o gigantes o extraños es que no habría nadie, na-die, que los avistase, que los alimentase, que los admirase, que los pintase, que los fotografiase ni que los escribiese o leyese. No habría na-die que los interiorizara, en definitiva que los pensase. Existirían sin que nadie supiese que existen, ni nada diese fe de ello. Como si no existieran aunque existiesen.
Si el ser humano es la especie animal racional más hermoso, superior y pensante, debemos intuir, humildemente, que no es cuestión de dominar al resto sino de cuidarnos y salvar el ecosistema del que formamos parte para que todo (animales, bosques, ríos y cascadas, nubes y cielo, luna y estrellas, mar y tierra) pueda ser “pensado”. No es cuestión de imaginar qué sería sin nosotros. Conlleva un gran peligro. Pensemos. DIARIO Bahía de Cádiz