CARTA AL DIRECTOR enviada por: Horacio Torvisco, de Alcobendas
Es de sobra conocido que el principio básico por el que se rige el mercado es atender solo demandas solventes en lo económico, pero nunca derechos ni necesidades humanas. La distribución de vacunas a nivel mundial está poniendo de manifiesto de una forma descarnada ese principio.
La eficacia de una vacuna según los estudios científicos que hacen las grandes farmacéuticas es un indicador que mide la respuesta inmunoprotectora ante el virus. Este es el indicador que orgullosamente y con razón exhiben los científicos para valorar su trabajo.
Pero existe otro indicador que también habla de eficacia que apenas es reflejado en los indicadores al uso. Me refiero al porcentaje de seres humanos que a nivel mundial son atendidos en sus necesidades de vacunas. Este segundo indicador, menos exhibido por las farmacéuticas, se ve fuertemente penalizado por dos circunstancias: el acaparamiento de vacunas de los países más ricos, por encima incluso de lo que es razonable para cuidar la salud de sus habitantes, y ese concepto trasnochado e injusto de las patentes privadas.
Digo trasnochado e injusto porque, en el caso del Covid ha habido mucha financiación pública en su desarrollo, y además, es terrible que las leyes del mercado puedan matar a personas por no permitir, en casos tan graves como el actual, liberar esas patentes para que puedan producirse vacunas sin restricciones para todo el mundo. DIARIO Bahía de Cádiz