CARTA AL DIRECTOR enviada por: Adrián
Barbate. Cádiz. Boletín no oficial de información, con noticias recibidas hasta las dieciséis horas de hoy, 10 de febrero de 2024. Batalla del sur.
Como usted podrá comprobar, esto no es un parte de guerra normal, pero esta guerra tampoco lo es: se trata más bien de una guerra sin sentido, absurda y, sobre todo, interminable. Una guerra perdida desde antes de declararse, por tratar de luchar contra la mismísima naturaleza, tanto la humana como la vegetal.
En la madrugada de hoy, en los muelles de Barbate, se ha producido un enfrentamiento con un resultado terriblemente trágico para los suyos: tres bajas. Y digo los suyos aunque podría decir los míos: mis vecinos, mis paisanos; lo que ocurre es que los otros también podrían ser los míos: mis vecinos, mis paisanos. En cualquiera de esos dos bandos podría estar mi amigo, mi primo o mi cuñado. Porque en la batalla de hoy había dos bandos enfrentados, pero el enemigo al que usted persigue es posible y muy probable que ni siquiera estuviera allí presente.
Usted envía a los suyos a jugarse la vida, día tras día, madrugada tras madrugada, persiguiendo a un enemigo imposible de vencer completamente ni por el mayor ejército del mundo, y además lo hace en unas condiciones cada vez más pésimas, con unos medios cada vez más ridículos, sobre todo, en proporción a la envergadura, potencia y presupuesto de quienes defienden a su enemigo.
Aunque me parece imposible que usted no lo sepa, me siento en la obligación de informarle de que la guerra contra el cannabis ha terminado, porque está claro que usted no lo sabe, cuando continúa enviando a sus soldados a una derrota infinita, con muchas bajas en su historial, muchas familias destrozadas para siempre, y además, en los dos bandos, con muchos vecinos enfrentados… esto recuerda demasiado a aquellos fatídicos años 30, pero no por defender la patria, sino por defender la salud pública. Y si aquello era absurdo, imagine lo que supone defender la salud pública provocando violencia y muerte.
¿Hay algo más contradictorio? Es posible que sí, si piensa usted en el hecho de que todos esos trágicos sucesos con fatídicos desenlaces se producen luchando contra una sustancia que jamás en la historia ha producido una sola muerte en el mundo y que es científicamente menos perjudicial para la salud que el tabaco o el alcohol. Ese es su “enemigo”.
Permítame que le repita: la guerra contra el cannabis ha terminado. Porque me cuesta mucho creer que usted no esté al tanto de esto, ya que la única posibilidad que se me ocurre para que continúe alentando a sus mermadas tropas a seguir luchando sin posibilidad alguna de éxito, para que acaben literalmente sitiados, es que usted aún no tenga conocimiento de que esta guerra ha terminado y que las potencias aliadas ya han negociado su rendición con el enemigo, aunque esto recuerda demasiado a los últimos de Filipinas, y eso, en la era de la información inmediata, es imposible.
Es imposible que usted no sepa que el enemigo al que persigue sacrificando las vidas de mis vecinos, ha sido aceptado democrática y pacíficamente en países como Canadá, en la mayor parte de EEUU y, actualmente, en Alemania, sustituyendo la violencia asociada a su persecución por cuantiosos beneficios para las arcas públicas, con millones de impuestos destinados a sanidad y educación. Además de conseguir una considerable reducción del consumo en menores de edad y la creación de una actividad económica que genera infinidad de puestos de trabajo, con sus correspondientes aportaciones a la seguridad social.
Una actividad económica millonaria, que ustedes siguen dejando en manos de pobres diablos del infierno, de los inconscientes con menos escrúpulos de cada pueblo, de quienes no tienen nada que perder (o al menos eso creen ellos).
Es imposible que no sepa que su propio país es en la actualidad el séptimo del mundo en la producción legal de la misma sustancia que usted considera su enemigo, con autorización expresa de su gobierno. También parece muy improbable que desde su posición no esté al tanto de que este enemigo se produce y se dispensa de forma cívica y pacífica en miles de asociaciones legalmente constituidas en su país. Como tampoco puedo creer que usted no haya sido informado de que en sus propias filas haya soldados asociados a nivel europeo para pedir el fin de esta guerra.
No es posible que usted no sepa nada de esto aunque siga actuando como si no lo supiera, dejando muy claro lo que realmente le importa tanto la seguridad como la salud pública. Si un ciudadano cualquiera, como yo, puede saber todo esto, cuesta mucho creer que usted, sus compañeros, su jefe o, al menos, alguno de los 600 asesores presidenciales de los que dispone, no sepan nada de esto.
Aún así, me gustaría darles el beneficio de la duda, suponiendo que tanto usted como su gobierno están muy ocupados en asuntos muchísimo más importantes, como combatir a los temidos agricultores armados con sus amenazantes y peligrosísimos tractores. Da la sensación de que prefieran combatir contra sus propios ciudadanos antes que escucharlos y negociar, aunque quizás para esto último, sea para ustedes un requisito indispensable que se lo pidamos en catalán, ya que cuando ven peligrar sus asientos todo es talante, concordia y reconciliación, mientras que cuando lo que está en juego es la integridad, la salud y la propia vida de sus ciudadanos, todo es hipocresía, ignorancia y abandono.
Ahora continúe usted paseándose por nuestras costas, haciéndose fotos y presentando planes de guerra que sólo traerán más violencia, más rencor, más tragedia; o haga caso a los diferentes mandos intermedios de su bando en su ridícula pretensión de prohibir lanchas, combustible, garrafas, motores y hasta la tela de arpillera con la que se envuelve a su enemigo, que sólo conseguirá alargar aún más, de forma tan innecesaria como cruel, está mal llamada guerra, demencial y eterna, cuyas víctimas claman al cielo, y cuyo cielo, de hecho, también clama desesperadamente, como habrá podido comprobar usted durante el día de ayer.
Por último, permítame que insista de nuevo en recordarle que la guerra contra el cannabis ha terminado, lleva décadas pérdida y sus principales promotores en el mundo ya han reconocido esta derrota, por lo que le ruego encarecidamente que se lo comunique a la mayor brevedad posible a todas y cada una de sus tropas, para que no haya que esperar a un primero de abril para emitir el último parte de una guerra entre vecinos, en la que jamás ha habido ni habrá vencedor ni vencido alguno, sólo víctimas de la cobardía de sus dirigentes. DIARIO Bahía de Cádiz