CARTA AL DIRECTOR enviada por Máximo Gómez, de Arcos de la Frontera
La seguridad social, esa institución que a mi parecer es tan sagrada como mal entendida, exige el pago de las cotizaciones a una serie de intérpretes de un acto que es un concurso, como el del gran teatro falla, seguramente vendrá el resto pronto.
No entiendo que exijan que los integrantes de las agrupaciones estén debidamente afiliados y dados de alta por un concurso y por tanto, se sometan a cotizar como trabajadores al uso. Tampoco entiendo que (esto me consta en primera persona) a los titiriteros televisivos de Mujeres Hombres y Viceversa, el puñetero Got Talent y otros circos mediáticos, manejados por la gentuza que aprovecha el talento (o la desvergüenza) del prójimo para hacer caja no se le exijan cotizaciones sociales, todo depende de los amigos que tenga el puto amo del circo… y del cuidado con el que el payaso presentador hable de esos amigos.
Y no entiendo nada porque además, sé que esta exigida cotización puede llevar irremediablemente a exigir posteriormente la presentación de la declaración de la renta a personas que a priori no están obligadas a presentarla porque no llegan a un límite para su pago, pero ¿Esa gente que más da? Con eso conseguiremos que tengan otro pagador, y eso puede llevar a sanear un poco las arcas del estado, para que se note un poco menos lo que se llevan calentito más de un reverendo hijo de Satán.
Sobre esta base, tenemos que ser previsores, porque el concurso de disfraces del colegio de nuestro hijos puede crearnos un problema… y si no podemos darle de alta igual nos acusan penalmente por explotación infantil. No lo entiendo.
En este país dejan de cotizar miles de personas, algunos por necesidad, otros porque cotizar a la seguridad social el dinero negro que cobra de comisiones (y favorcitos varios) los puede llevar a un problema judicial, aunque luego prescriba el asunto y se vayan de rositas con el sobre de negra vergüenza en un bolsillo y una pensión vitalicia en el otro.
No entiendo nada. Mientras los jubilados, esa raza superior formada por los mismos a los que les debemos la libertad, sobreviven a duras penas, y en ocasiones ayudando a los desamparados que esta miserable política del oro ha ido dejando por el camino se tiran a la calle como una avalancha de razón pidiendo una vida mas digna, que bien sabe Dios que se la debemos, aquí se rascan las vestiduras atacando comparsistas, quizá porque donde no tiene cojones de llegar la Ley Mordaza, hay que mandar a las instituciones mas recaudatorias; hay que intentar callar bocas aunque sea poniendo bozales a los bolsillos de los que menos tienen.
Cuando me llame un amigo y me diga, “Hazme la declaración de renta, que tu sabes de esto” o “Ayúdame con esta carta de la Seguridad Social… que tu sabes de esto” no tendré mas remedio que decirle: “Tío, lo siento pero yo no entiendo nada”. DIARIO Bahía de Cádiz