CARTA AL DIRECTOR enviada por: Juan Cejudo, de Cádiz
Me ha parecido un gesto hermoso el que un cura haya bendecido en su parroquia el amor de dos lesbianas que se habían casado por lo civil. No ha habido casamiento, sólo una bendición a dos personas que sea aman.
Se ha formado gran revuelo por ello y el obispo ha abierto un proceso informativo para ver si se aplican medidas disciplinares. El cura (entiendo que presionado por la reacción del obispo) se ha visto obligado a disculparse y pedir perdón y prometer que no lo volverá a hacer. Como si hubiera cometido un delito!
No entiendo tanto revuelo. El cura no las casó, sólo las bendijo. ¿Qué hay de malo en ello? ¿Es malo bendecir el amor? Dice San Pablo: “Donde hay amor allí está Dios”. Dios está mucho más allá del Código de Derecho Canónico, que, además, no sé dónde pone que no se puede bendecir a dos personas que se quieren. La verdad no lo entiendo.
Mucho peor me parece bendecir armamentos, como hizo el cardenal Spellman en EEUU bendiciendo los cañones que iban a ir destinados a Europa o la bendición de entidades bancarias o de fábricas donde se explota a los trabajadores. Mucho peor me parecen otras bendiciones de personas muy importantes e influyentes en la política nacional o internacional que tantísimo daño han hecho y siguen haciendo a la inmensa mayoría de la población o a pueblos enteros que han sido masacrados por las guerras.
Y no digamos esos casamientos por la iglesia que se suelen dar de los llamados “matrimonios por conveniencia” donde evidentemente no existe el amor, sólo el interés… Ahí nuestros curas y obispos no tienen ningún problema en dar bendiciones por aquí y por allí. Por lo visto el gravísimo delito es dar la bendición a dos mujeres que se aman y se quieren.
Lamentablemente, nuestros obispos y nuestra Iglesia siguen aferrados a normas que hoy no tienen ningún sentido y se niegan a revisarlas y a actualizarlas. Así se niega el matrimonio homosexual, el matrimonio de curas o religiosas, se niegan a aceptar el amor entre homosexuales, las relaciones prematrimoniales, el uso del preservativo…
¡Abran de una vez las puertas para que entre aire fresco en la Iglesia!. Ese aire fresco de renovación que el mismo papa Francisco está queriendo introducir y que cuenta con una oposición muy firme por parte de muchos cardenales y obispos. No pongan el Código de Derecho Canónico por encima del espíritu de amor universal del Evangelio de Jesús: “Donde hay amor, allí está Dios”.
También San Agustín decía: “Ama y haz lo que quieras” . ¿Cómo no va a poder ser bendecido el amor entre dos personas del mismo sexo? DIARIO Bahía de Cádiz
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