CARTA AL DIRECTOR enviada por: Fernando Frade Giménez, de Chiclana
Me dirijo a ustedes para relatar un suceso que me ocurrió en una franquicia de MediaMarkt, sita en el polígono industrial de Tres Caminos, el sábado 28 de abril,
Todo empezó cuando mi hermana y yo nos dirigimos al susodicho establecimiento para la compra de dos televisores SONY, uno de 65” y otro de 32”. Dicha compra se realizó sin problemas y por un valor de 4.192 euros.
La factura de dicha compra la realizamos a nombre de mi hermana. Cargamos los artículos en su coche, y los dejamos en mi domicilio, ubicado en la población de Chiclana de la Frontera. Afortunadamente, el televisor grande cabía, dicho en palabras llanas, “a lo justo”, con lo cual, decidimos no acogernos al servicio de entrega a domicilio cuyo coste era de 20 euros.
Unas horas tras la compra, me di cuenta que la factura tendría que haber ido a mi nombre, pues soy autónomo y su uso se relaciona estrechamente con mi actividad económica; con lo cual, mi mujer y yo nos dirigimos de nuevo al comercio para que realizaran el cambio de titularidad de la factura, pensando que al haber sido yo el comprador del artículo con mi tarjeta de crédito, no habría ningún problema… CRASO ERROR.
Eran las nueve de la noche, una hora antes del cierre de la tienda. En el mostrador, nos dijeron que la única manera de poder cambiar al titular era anulando la compra y realizando acto seguido otra nueva, aunque la devolución de la primera compra no se abonaría hasta días después “debido a que la cantidad a devolver es demasiado grande”.
Para efectuar dicho trámite, nos informaron de que teníamos dos vías:
a) Traer el artículo para así devolver el importe y acto seguido adquirir otro igual.
b) Hacer una devolución ficticia a mi tarjeta con la cual se realizó la compra y, tras esto, utilizar otra tarjeta distinta a la original para la nueva adquisición.
Ni que decir tiene que la opción de traer de vuelta el artículo no era viable, pues el vehículo donde se transportó, un Renault Dacia Duster, es propiedad de mi hermana y mi cuñado, y este último se encontraba a esa hora trabajando en un hotel de Conil de la Frontera llamado Hotel Ilunion Calas, siendo su horario laboral de cinco de la tarde a una de la madrugada. Por otro lado, el vehículo de mi mujer y mío es un Opel Astra Enjoy 1.4, con lo cual era más que evidente que el artículo a devolver no tenía cabida en el mismo.
Analizando nuestra circunstancia, optamos por la devolución ficticia (opción b; la cual, aparentemente, funcionaría sin problemas). Nada más lejos de la realidad…, intentamos con una tarjeta de débito propiedad de mi mujer, y para nuestra sorpresa, su límite para compras en comercios era de 3.000 euros. Mi mujer llamó inmediatamente por teléfono y le informaron de que ése era el máximo disponible de efectivo diario admitido en tarjeta, que no podían hacer nada al respecto. Por supuesto, ese dato lo desconocíamos, dado que nunca habíamos realizado una compra por ese valor. Y como se suele decir, “más sabe el necesitado que el abogado”.
En vista de lo que estaba sucediendo, nos dijeron que teníamos que traer el producto a la tienda y que podríamos recogerlo el lunes tras la normalización de la operación en cuestión. A lo que alegamos que no era posible, pues el vehículo utilizado para su transporte estaba siendo utilizado por mi cuñado que, como narré anteriormente, trabajaba en Conil hasta altas horas de la noche, a lo cual nos respondieron que “si el artículo no se traía, uno de nosotros tenía que quedarse en la tienda hasta que se trajera”.
Nos pusimos muy nerviosos, pero conservando la calma, y dado que íbamos a estar retenidos hasta que se encontrara una solución, se me ocurrió mandar a mi mujer a un cajero para disponer del efectivo necesario (4.192 euros), pues yo no puedo conducir debido a mi discapacidad visual severa, también conocida como “ceguera legal”. Estaba lloviendo y eran más de las diez de la noche… Al poco de ella partir, me comentan los trabajadores de MediaMarkt que no se permiten compras en efectivo superiores a 1.500 euros por temas de Hacienda; con lo cual, llamé a mi mujer y le dije que se volviera, que la vía del cajero resultaba ser totalmente irresoluta.
Mi mujer volvió a los diez minutos, y mientras tanto, una trabajadora me aconsejó que no utilizara nuestro vehículo, el anteriormente mencionado Opel Astra Enjoy 1.4, dado que no iba a caber, que pagáramos un taxi especializado en transportes. Yo, conservando la calma, le dije que no, pues para mis adentros pensé que sería costoso y no estaba dispuesto a desembolsar una cantidad importante de dinero, sobre todo estando en desacuerdo con la política que lleva a cabo esta empresa con sus clientes.
Al rato, noto que una de las trabajadoras está hablando con una compañera por teléfono, con una tal Rocío, y ésta le comenta que por tal altercado no deberíamos estar ahí retenidos; con lo cual, y tras colgar, la trabajadora nos dijo que no era necesario traer el producto… Yo pensé: “Ya era hora de que alguien tuviera el sentido común suficiente para valorar la situación con coherencia”. Eran ya cerca de las once de la noche.
No obstante, opté por la opción de transferir el dinero, a lo cual, casualmente, asintieron, pues horas atrás me dijeron que eso no era posible… Sentí muy poca capacidad resolutiva por parte del equipo de trabajadores que me atendieron, y de nuevo volví a pensar en esa tal Rocío, pues si hubiera habido alguien como ella en ese momento, posiblemente el problema se habría solucionado mucho antes y sin llegar a extremos.
Realicé la transferencia delante de todos, e incluso me pidieron que mandara el justificante al correo de un empleado, cosa que hice. Para mi sorpresa, la transferencia se completó al instante, refiriéndome al hecho de que tanto yo como la empresa operamos con el mismo banco, BBVA.
No obstante, y a pesar de que estaba comprobado de que ya había abonado el producto en su totalidad y de que la devolución primera tardará unos días presumiblemente, me obligaron a dejar mi tarjeta de crédito en su posesión, la cual es personal e intransferible. Bajo esta tesitura, tengo intención de denunciar a la empresa por retener algo de mi propiedad y en contra de mi voluntad.
Para suavizar el tema de la tarjeta, uno de los empleados me dijo que la guardaría en un sobre y que estaría a buen recaudo, pero eso sí, hoy domingo estoy sin mi tarjeta de crédito. No lo veo justo, ni admisible, y pienso firmemente que conmigo han actuado de modo ILEGAL. Yo consentí para no pelearme con ellos y formar un numerito.
En resumen, estuve retenido en MediaMarkt más de dos horas, mientras que mi mujer intentaba buscar solución metida en un coche conduciendo y llorando, mientras que mis dos hijas, de 6 y 8 años estaban en casa de mi madre preguntándose qué nos pasaba, por qué no llegábamos a la hora que les habíamos dicho…
Todo una odisea por un cambio de titularidad en una factura, y yo me sentí como si fuera un delincuente, retenido en un comercio cuando ya todo el mundo se había marchado, y bajo la amenaza de que “si el producto no se devolvía, no podía salir de allí”. No hay derecho, es INJUSTO, y ante todo esto me rebelo…
Mi intención es de divulgar mi experiencia a los cuatro vientos (radio, televisión, Twitter, Facebook, Whatsapp, Telegram, etc), para así hacer llegar a todos el mensaje de que la empresa MediaMarkt utiliza métodos un tanto duros y drásticos con sus clientes, aquellos que levantan el negocio y en donde muchos de ellos, aun actuando de buena fe, acaban pagando justos por pecadores.
Han perdido a un cliente; una persona honrada que siempre actuará de buena fe aunque a veces se lleve desengaños como estos.
Me río del slogan que utilizan: “yo no soy tonto”. ¡¡Pues claro que no son tontos!! Son demasiado listos… Los tontos somos nosotros por comprarles sus productos para que después nos traten de esa manera.
Está en la buena fe del buen empresario el remediar el incidente dando la cara y pidiendo disculpas sinceras por el daño moral ocasionado y por la expropiación temporal de mi tarjeta de crédito, y a su vez la compensación que estime oportuna. Cuando las cosas no se hacen bien, el primer paso es reconocerlo, el segundo es pedir perdón, y el tercero ofrecer una solución compensatoria. DIARIO Bahía de Cádiz