CARTA AL DIRECTOR enviada por: Juan Antonio Cosp Malia, de Puerto Real
El mundo es nuestra casa común y todo los días del año en mi minúsculo espacio, vivimos un compendio de seres vivos y de todos los que poblamos ese pequeño lugar, el más frágil es el ser humano. Este humilde jubilado hoy con la paz de mi masa muscular ganada a la batalla del trabajo, con las heridas profesionales, una constante por una larga campaña en primeras líneas, en lucha con los aceros, la transformación de materiales siderúrgicos dándoles forma de unificación al motor de la industria pesada, contribuyendo con mi pequeña aportación a la grandeza de mi país.
Brotan en mi pensamiento las semillas sembradas en los surcos que dejó mi arado, y analizando ese voltear de la tierra en la cual tenía que germinar los granos de trigo que el sembrador esparcía, germinaron todas las semillas, se llenaron todo los graneros. Durante muchas decenas de años seguí surcando mi minúsculo espacio, las cosechas fueron muy abundantes, con el tiempo he dejado el arado, me he retirado y las semillas que se dejaron para las siembras no tiene la tierra surcada, están abandonadas en el granero, cómo puedo dejar de pensar en el sacrificio del labrador. Esos hombres y mujeres que trabajaron la tierra para la sociedad cubriendo con sus impuestos los gastos de los dirigentes de este noble país que es España, las últimas cosechas de trigo social no germinaran profesionalmente.
Qué hacer con nuestros hijos y nietos, de qué nos ha servido recortar nuestros gastos de alimentación y ocio durante nuestras vidas, ayudar a nuestros hijos es nuestro deber, ser para su país personas preparadas con grandes carreras. Llevamos en la Unión Europea un cuarto de hora y los señores políticos están destrozando los engranajes de la economía, el motor se ha parado. Señores asalariados, sois incapaces de tener una idea acertada ¿dónde está ese fresador que reparen los engranajes rotos?