CARTA AL DIRECTOR enviada por: Ramón Rodríguez Casaubón
“Yo soy yo y mi circunstancia”: esta archiconocida frase de Ortega y Gasset aparece en su obra Meditaciones del Quijote. Pudiera parecer una afirmación de Perogrullo pues todos somos nosotros y nuestras circunstancias. Entendidas éstas como lo que nos rodea, lo que está a nuestro alrededor y nos circunda.
Si bajamos a un nivel diferente al filosófico es fácil admitir que estamos condicionados por el exterior a nosotros mismos (sociedad, cultura, amigos, política, etc.) y por el interior (emociones, sentimientos, visión del mundo, etc.)
Estando de acuerdo en lo dicho es, igualmente, evidente que existen conceptos circunstanciales comunes, como por ejemplo nuestro deseo de libertad o ser felices. Felicidad y libertad van cogidas de la mano. La una sin la otra es difícil que funcione de manera continuada.
Pero la libertad depende de las circunstancias, de esas que Ortega señalara. Cuando eres joven y estás solo, tu libertad es absoluta y no rinde cuenta a nadie. Cuando decides tener pareja esa misma libertad muta ligeramente y ya no es exclusivamente unipersonal pues queda impregnada de la esencia de otro ser, ahora bien, las decisiones siguen siendo absolutamente individuales. Al llegar a la madurez si se mantiene la pareja de la juventud esa libertad evoluciona y ya se parece más a un constructo que a un concepto, a un cúmulo de libertades matizadas que a una única libertad.
Aquí en este punto la libertad debe llevar grabada el símbolo de la lealtad porque si bien debemos ser libres no debe ser a costa de la libertad de otra persona. Aquí más de uno y de una me rebatirá. Con todo derecho y seguramente razón. El hombre, la mujer, son seres sociales. Sociales y culturales.
Tanto en la sociedad como en la cultura existen parámetros que harán brillar o apagarse las libertades individuales. Por eso es más poderosa y bella cuando va acompañada de cualidades como la honestidad o la empatía.
Por último me gustaría solicitar ayuda a Soul Etspes: “La libertad no consiste en hacer lo que nos dé la gana, sino que es la capacidad de decidir sobre nuestras actuaciones prevaleciendo lo que se debe hacer, lo moral y ético, sobre la pulsión del querer hacer”. DIARIO Bahía de Cádiz