CARTA AL DIRECTOR enviada por: Jesús Sánchez Ajofrín, de Albacete
Uno de los sitios de mayor concentración humana en las vacaciones suele ser los supermercados. Estos momentos se convierten en un cómic de actualidad. Una vez hecho el desembarco del vehículo en el parking hay que hacerse con el carrito de la compra; a su alrededor se pueden concentrar todos los miembros de una familia (como moscas en un panal de rica miel); hagan el cálculo de los que asoman en las instalaciones de una tacada: tropecientos mil más o menos; los empleados lo flipan.
Una vez situados frente a las estanterías del condumio, en las expresiones y comentarios que reverberan de las paredes, ya se advierte que el que toma el mando de la gula momentánea es el reaccionario estómago (a veces la suegra lo supera).
En el recorrido por los pasillos bien ordenados apetece cargar casi de todo. Conseguidos ya los trofeos de caza, hay que pasar por caja. ¿En qué fila colocarse? Un dilema de última hora que, puede alargar la infumable espera, pudiera ser que, uno de los clientes decida que le lleven a casa el voluminoso y pesado pedido. La tensión se puede cortar.
Ahora, con el estómago más relajado, el estrés vuelve a los niveles con el que desembarcamos. ¡Carlos, el niño ha desaparecido…! ¡Felices vacaciones! DIARIO Bahía de Cádiz