CARTA AL DIRECTOR enviada por: Pilar Morillo, de Cádiz
Existe en este mundo un espacio de una longitud incalculable, en él se encuentran almacenados tesoros que no tienen precio, tesoros que no se pueden comprar. Algunos nos hacer reír, pasarlo bien y sentirnos agradecidos, pero otros nos hacen sentirnos apenados y tristes. Son tesoros muy especiales, porque no para todas las personas tienen el mismo valor: hay tesoros que son alegrías para unos, mientras que son una gran desgracia para otros. Esa misma característica, que los hace inigualables, es la misma que los hace casi secretos, porque solo tú tienes acceso total a ellos. Todos tenemos una llave que permite abrir el cofre donde nuestros tesoros están guardados. Pero, a pesar de querer abrir ese cofre para compartir nuestros tesoros con los demás, nunca llegarán a significar lo mismo para esas otras personas. Lo mismo les ocurre a los demás.
Todas las personas poseemos estos tesoros que están con nosotros desde siempre. Pero, ¿qué son estos grandes tesoros tan inmensamente poderosos?
Estos grandes tesoros son nuestros recuerdos. Recuerdos que determinan nuestro propio ser, recuerdos que hacen sentir escalofríos, recuerdos que hacen que, mientras estamos tranquilamente sentados en el sofá leyendo, de repente, un fragmento del libro nos recuerde a algo vivido. Recuerdos de aromas, fragancias, esencias, momentos, sensaciones, tan solo recuerdos. ¿Tan solo? No, tan solo no, porque los recuerdos son enormes compañeros de vida, porque recordar nos hace sentirnos vivos.
Recordar, que bonita palabra, con una sola palabra es increíble todo lo que se puede transmitir. Debemos sentirnos agradecidos porque nos ha sido concedido el don de recordar, porque los recuerdos son tesoros de los que tristemente no todo el mundo puede disfrutar y por eso debemos aprovecharlos, porque gracias al recuerdo podemos vivir la misma experiencia las veces deseadas. Vive, sueña y recuerda. DIARIO Bahía de Cádiz