CARTA AL DIRECTOR enviada por: Encarnación Martínez Galindo, de Málaga
Se sale por las mañanas temprano hacia el trabajo en coche con deseos de haber podido dormir un rato más y te encuentras en carretera y en caravana, con luna llena o menguante, aire, frío o calor y te zarandea y espabila el claxon de otro auto que te adelanta. Al pronto, desde un a patrulla de la Guardia Civil, el conductor te grita: ¡las luces! ¡las luces! Gracias a la Guardia Civil por prever, lo que si no avisa, podría haber ocurrido y gracias al que hizo sonar el claxon.
Es verdad, que en no pocos momentos de la existencia de todos, ha habido alguna persona cercana que, ha avisado de las posibles consecuencias nefastas a otra para evitar males mayores a esa misma persona y a las de su entorno. Porque, aunque es cierto que, a nivel estatal, hay señales de tráfico, anuncios televisivos, información sobre el estado del tiempo más próximo, sobre el estado de las carreteras, sobre las enfermedades que hay que prevenir, etc., que alertan sobre los posibles acontecimientos catastróficos futuros y que redundan en beneficio de la ciudadanía; también es cierto que, de manera individual y solidaria, hay gente que desde una posición de amistad o familiar aconseja de cualquiera de las formas.
Pero, cuando los que avisan de forma altruista no son conocidos, ni del entorno social o de amistad y desde su educada responsabilidad innata, advierten sobre el acecho de cualquier peligro dando aviso mediante un gesto, una palabra, una interjección o una mera indicación, entonces hay que “quitarse el sombrero” y añadirle al refrán popular que, quien avisa no solo no es traidor sino que también pone luz a tu alrededor. DIARIO Bahía de Cádiz