CARTA AL DIRECTOR enviada por: José María Rebollo Serrano, de El Puerto
En estos tiempos la palabra confinamiento se ha entrometido en nuestras vidas de una forma inesperada. Además de sufrirlo en nuestras carnes hemos conocido que se puede confinar un país, una ciudad, un edificio, un hotel, etc. En El Puerto, como en otras tantas cosas, tenemos nuestras peculiaridades. Les voy a comentar el caso concreto de una acera confinada.
Se trata de la acera de la calle Buque Esmeralda que desde hace años luce una imponente valla metálica que la mantiene confinada y obliga a los peatones a circular por la calzada, con el riesgo que conlleva. Supuestamente dicha valla se colocó hace años durante las obras de construcción de una promoción de viviendas, promoción que se paralizó y luego se retomó y se finalizó. Dichas obras están terminadas desde hace meses, pero la acera sigue confinada. Desconozco si para la ocupación del espacio público, la acera, se ha pedido siquiera permiso por parte del promotor, o se ocupó a las bravas, como una de tantas. Y no está confinada por ningún virus de origen animal y tan actual como el coronavirus, lo está por virus humanos muy antiguos, la ineptitud, la dejadez, la desidia, la falta de rigor con la legislación vigente y la falta de conciencia social.
Por si fuera poco, una vez se consiguiera desconfinar la acera, retirando la valla, las personas con movilidad reducida tampoco podríamos hacer uso de la misma pues los rebajes de los acerados no están bien ejecutados y es imposible acceder a la misma con una silla re ruedas. Una de tantas micro-discriminaciones que sufrimos las personas con discapacidad en esta nuestra ciudad a pesar de que la ley nos asista.
Para colmo si quieres hacer uso de la otra acera de la misma calle tampoco puedes. La otra acera está inacabada, con un trozo de acera inexistente y con unas decorativas adelfas que impiden el paso por el acerado porque crecen sin ningún control y nadie se preocupa de su poda y mantenimiento, a pesar de que se ha comunicado al ayuntamiento. Desde el punto de vista de la accesibilidad deberíamos llamar a nuestra ciudad, la ciudad de los cien parches, en lugar de la ciudad de los cien palacios.
Y nuestro querido ayuntamiento no puede alegar desconocimiento pues desde el 17 de julio de 2019, más de un año, esta situación está denunciada. La única respuesta facilitada hasta ahora es el silencio, silencio administrativo lo llaman, Yo lo llamaría silencio cómplice. No es de recibo que en una calle una persona con movilidad reducida no pueda circular por ninguna de las dos aceras y la única alternativa que tenga es jugarse el tipo circulando por la calzada de esta nuestra ciudad parcheada. Una administración que no oye a sus administrados no parece una administración cercana sino más bien una que los trata como súbditos, en la más peyorativa de las acepciones. Ante una denuncia o reclamación no hay ni derecho a respuesta.
Desde estas líneas, visto que la denuncia por los cauces reglamentarios no sirve para nada, requiero a las autoridades municipales a que actúen para que un simple paseo no se convierta, para las personas con movilidad reducida y para cualquier viandante, en un deporte de riesgo. DIARIO Bahía de Cádiz